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Brown pide un proceso "estable y ordenado" en la sucesión de Blair

Medio centenar de diputados laboristas exigen la salida del primer ministro británico

Gordon Brown, el poderoso canciller del Tesoro y aparente sucesor laborista, defendió ayer un proceso "estable y ordenado" en el relevo de Tony Blair porque, a su juicio, eso es lo que quiere la gran mayoría del partido. La ambigua declaración del canciller del Exchequer y aspirante a primer ministro parece un apoyo indirecto a su rival, pero al mismo tiempo no deja de ser una manera más de presionarle para que fije un calendario de salida.

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Brown reprochó las maniobras de algunos diputados para acelerar la salida de Blair, a pesar de que él mismo parece estar detrás de buena parte de esas maniobras. Las elecciones municipales inglesas del jueves han dejado al laborismo británico confundido y dividido. Tras quedarse en únicamente el 26% de los votos, frente al 40% del emergente Partido Conservador de David Cameron, y sufrir una hemorragia de concejales y la pérdida del control de muchos ayuntamientos, el Partido Laborista se ha vuelto hacia su líder, Tony Blair, que hace 19 meses renunció a un cuarto mandato pero se resiste a decir cuándo se irá.

Blair respondió al desastre electoral con una profunda y, a juicio de muchos, cruel remodelación de su Gabinete. La caída en desgracia de numerosos pesos pesados y el ascenso de sus más próximos aliados ha difundido la sensación de que Blair está más aferrado que nunca al poder.

Una encuesta de la BBC revela que 50 de los 100 diputados interrogados quieren que el primer ministro se vaya cuanto antes porque le culpan de la pérdida de votos. Y se estima que al menos medio centenar de diputados están dispuestos a firmar una carta exigiéndole que antes del verano fije un calendario para la sucesión.

Gordon Brown, eterno aspirante a sucederle, lleva varios días apelando a "una renovación" del mensaje de los laboristas, algo que también se pide de manera insistente en los borradores de la citada carta divulgados ayer por la prensa dominical. Pero fiel a su legendaria prudencia -cobardía política, piensan muchos-, el canciller del Exchequer se cuidó mucho ayer de lanzar un ataque directo contra su rival. Quizá, opinan algunos medios, porque la política británica, como Roma, rara vez paga a los traidores y Brown sabe que quien aseste a Blair el golpe mortal difícilmente será su sucesor.

"La vasta mayoría de la gente quiere lo que el propio Tony Blair quiere y ha dicho que quiere hacer; y eso es una transición ordenada y estable", dijo ayer Brown todas las veces que pudo al ser entrevistado por el comentarista Andrew Marr en el programa político BBC Sunday AM. "No necesitamos jinetes que nos dicten la agenda desde fuera", dijo en alusión a los diputados que están presionando a Blair para que fije un calendario de salida, muchos de ellos aliados muy cercanos al propio Brown.

El aspirante a primer ministro fue muy poco original al definir la renovación a la que lleva días invocando. Según dijo repetidamente, ésta pasa por "comprender que el mundo ha cambiado" y que la movilidad de la población y la amenaza del terrorismo hacen que "tengamos que construir políticas de ley y orden y seguridad que esencialmente nos hagan sentir más seguros".

"La nueva agenda es seguridad, ley y orden, además de estabilidad y crecimiento económico", insistió. Un mensaje con el que el Nuevo Laborismo llegó al poder y que Tony Blair no ha dejado de repetir en los últimos años.

Sintonía sobre Irán

Brown citó también, casi de pasada, los problemas de vivienda en Londres y, más original, la necesidad de recortar algunos de los poderes del Gobierno. Siempre cauto, se pegó a las tesis de Tony Blair sobre Irán: "Estoy de acuerdo con lo que ha dicho el primer ministro sobre ello, que no hay planes de una acción militar contra Irán", respondió al preguntarle Marr si estaba de acuerdo con la opinión de Jack Straw, hasta el viernes jefe del Foreign Office, de que atacar Irán sería un absurdo.

Buena parte de la prensa dominical cree que Straw ha perdido la cartera de Exteriores por su creciente cercanía a Brown y por presiones del presidente estadounidense, George W. Bush, debido a su vocal oposición a una intervención militar de Occidente en Irán.

Gordon Brown, ayer tras salir de los estudios de la BBC en Londres.
Gordon Brown, ayer tras salir de los estudios de la BBC en Londres.REUTERS

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