_
_
_
_
_
Entrevista:DAVID TRUEBA | Director de cine

"A Woody Allen le veo un poco mayor"

Pregunta. Mejor director del Festival de Cine de Málaga. ¿De verdad es para tanto?

Respuesta. No. Son sucesos sin ninguna importancia. Me lo tomo con la dosis de escepticismo necesaria.

P. Es escéptico de natural.

R. Con respecto a mis virtudes, sí. Mis defectos me los creo todos.

P. Ponga uno de cada.

R. Una virtud mía es la capacidad de reírme de mí mismo. Y uno de los defectos, no ser capaz de celebrar suficientemente lo bien que me van las cosas.

P. ¿Se cree un niño prodigio, como Joselito, Marisol o Mozart?

R. Qué va. Ya quisiera yo. Fui un niño normal y ahora soy un adulto mediocre.

P. ¿Quién hubiera preferido ser de los tres?

R. Quizá Marisol, porque probablemente sea la que ahora mismo vive en mayores condiciones de felicidad.

P. ¿Usted entiende a las mujeres?

R. No. Pero tampoco entiendo a los hombres. O sea que...

P. En Bienvenido a casa, su última peli, Ariadna Gil, su chica en la vida civil, hace un papel odioso. ¿Vendetta doméstica?

R. Me lo ha dicho bastante gente. Pero yo creo que hace uno de los papeles más duros y sarcásticos, pero también más inteligentes y de mejor profesional.

P. ¿Su cara de buen chico le ayuda o le perjudica?

R. Yo quiero pensar que me perjudica. Siempre pienso: todo lo malo que me pasa será por esta cara. Tampoco ejerzo de buen chico, al revés: los que me conocen saben que soy sarcástico y que tengo sentido del humor.

P. En un periódico le han comparado con Woody Allen ¿No es para abrirse las venas?

R. Los periodistas también pueden equivocarse. Creo que Woody Allen ha sido un genio contemporáneo y que ahora está en sus últimos años, no está al nivel que hace diez.

P. ¿Y su principal diferencia con él es que usted le ve mayor?

R. Sí, le veo un poco mayor. Un poco mayor, un poco neoyorquino y un poco demasiado desconectado de la vida. Pero es un hombre inteligentísimo y brillantísimo.

P. "Cuando tenía 16 años estaba desesperado por ligar". ¿Ha mejorado su situación?

R. Ahora, por suerte, no tengo esa desesperación. Soy un hombre que vive en pareja y tengo, en ese sentido, una vida estable. Aunque la seducción forma parte de la vida.

P. ¿Cuál es la mejor forma de placer?

R. Para mí, desde comer en un restaurante estupendo con algunos de mis amigos charlando y riéndome, hasta las cosas que se puede imaginar cualquier lector mínimamente preparado [ríe]. Y, por supuesto, una buena película, un buen libro.

P. ¿Es usted un tigre para el querer?

R. Si quiero, sí. Un gran aficionado, digamos.

P. ¿De quién querría reírse y no se atreve?

R. Del Papa. De la religión, del islam, de Mahoma.Yo no habría sido capaz de hacer las caricaturas del islam, pero me parecía que no tenían nada reprochable. La gente se ríe de la muerte, de Dios, de su propio fracaso, para intentar vencerlo.

P. Dígame tres políticos de los que carcajearse.

R. Zapatero, Esperanza Aguirre y Gallardón, por decirle los tres que ejercen poder sobre mí. Zapatero, con la simpatía que le tengo por la valentía con la que creo que actúa en muchas ocasiones, me produce risa a veces porque da vueltas a algo sin encontrarle la puerta de entrada; Gallardón, por ese afán de perfección; y Aguirre, por su lucha denodada entre ser una persona normal y la que aparenta ser.

P. ¿De dónde viene su gerontofilia?

R. Del esperma caducado con el que fui fabricado. Cuando tenía siete años mi padre tenía 60. Era habitual para mí estar con gente mayor. Siempre me ha parecido que la visión del niño y la del anciano son las más sinceras.

P. ¿Alguna otra afición?

R. Me gusta sentirme observador, asomarme a una zanja donde hay siete obreros, ponerme a mirarles y opinar: Pues ahí no estan cavando bien...

P. ¿Qué detesta?

R. La falsa pureza, la ideología blanda llena de prejuicios, sean de izquierdas o de derechas, y la violencia.

P. ¿Y qué le pide el cuerpo?

R. Seguir haciendo las cosas y las películas que me gustan. Y cumplir el mandamiento de Billy Wilder: prohibido aburrir.

David Trueba.
David Trueba.GORKA LEJARCEGI

PERFIL

Con 36 años y dos hijos, tiene cara de no haber roto un plato, aunque con un toque de Daniel el Travieso. Querría dedicar a reírse las veinticuatro horas del día, pero se queda "por lo menos en seis o siete". Desde el cole era uno de los graciosos de la clase, y no se le ha pasado. ¿De mayor querría ser como su hermano? "Lo firmaba ahora mismo"

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_