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Entrevista:JOSUÉ PENA | Pintor

"Si puedo resolver las cosas con dos pinceladas no doy tres"

El pintor Josué Pena (Barakaldo, 1964) acaba de cerrar una exposición en la bilbaína Galería Vanguardia y mantiene otra abierta hasta el próximo día 19 en la sede del Colegio de Abogados de Vizcaya. Compagina su carrera artística con las clases de pintura que imparte en el Instituto de Gallarta.

Pregunta. ¿A qué obedece su cambio repentino de pintor abstracto a figurativo?

Respuesta. El cambio se debe a que busqué el significante más apropiado para el significado del proyecto, que denominé nocturno y que tenía bastante introspección, al tiempo que era una revisión de la pintura, de su historia desde un punto de vista personal. De todos modos, nunca me he considerado ni muy abstracto ni ahora muy figurativo. Creo que lo de la abstracción-figuración es una batalla pasada, baldía. Sería mejor que nos interrogásemos más por lo que se plantea el artista en cada obra.

"Creo que lo de la abstracción-figuración es una batalla pasada. Sería mejor que nos interrogásemos más por lo que se plantea el artista en cada obra"
"Parto de ciertos pintores barrocos que ponen en el cuadro lo justo para lo que fue ideado el cuadro, ni más ni menos"

P. ¿Dónde queda aquella gama de grafías abstractas llenas de sustancias visionarias?

R. Esas grafías abstractas nacieron en mi época de universitario y fueron evolucionando de forma intermitente. En ellas mi opción partió de buscar lo esencial de la forma a partir de la transformación de las cosas, lo cual era alcanzar la forma ideal del objeto. Años más tarde, esas grafías acabaron siendo el producto de la construcción a partir de elementos propios del lenguaje pictórico. Cuando te llenas de esas sustancias a las que aludes, decides continuar tu camino. En estos años de elaboración del proyecto nocturno también he realizado obras cercanas a lo anterior; lo que pasa es que el proyecto me está llevando más tiempo del que pensaba.

P. ¿No hay demasiada complacencia, y hasta narcisismo desmedido, al tomarse a sí mismo como modelo de la mayoría de sus cuadros?

R. El modelo más cercano es uno mismo. Además, me cuesta muchísimo conseguir modelos para que posen. Por otra parte, en los autorretratos no estoy sólo yo, ya que hay muchas referencias a amigos y a desconocidos del gremio. En cualquier caso, nada hay de narcisismo. No salgo bien parado, porque lo que prima en los cuadros son los planteamientos; cada obra tiene el suyo. Pensemos, por ejemplo, en la de Rembrandt Autorretrato como San Pablo; no hay narcisismo en su expresión. Lo dice todo, lo que había ganado como pintor, y, al final, lo que había perdido en su vida.

P. ¿Por qué sus cuadros son nocturnos, porque al llegar la noche todos los gatos son pardos?

R. Son nocturnos, porque por el día hay demasiado de todo: demasiada saturación, demasiada masificación, demasiado ruido, demasiados excesos, demasiadas prisas y demasiados iluminados. Prefería un lugar oscuro, tranquilo y silencioso donde pensar desde la pintura. Y respecto a lo de los gatos, creo que todos son diferentes. Me parece que la frase la escribió un puritano con problemas ético-morales que se aprovechó de la confusión retiniana producida por la ausencia de la luz para aconsejar a los incautos.

P. ¿Cómo puede convivir sin acabar herido en el intento con la variedad de temas que propone?

R. Más que herido, estoy muerto. Es cierto que hay gran variedad y esto se debe a que lo que planteo, en parte, es una revisión a la pintura, y esto me da mucho juego. Por otro lado, las imágenes eidéticas hay que matarlas llevándolas al terreno de la pintura, aunque sólo sea por una cuestión de salud mental.

P. El espectador medio se fijará en cuáles son sus temas, en tanto que la minoría estará menos pendiente de lo que pinta, para centrarse en observar cómo lo pinta.

R. Lo sé. Por eso parto de ciertos pintores barrocos que ponen en el cuadro lo justo para lo que fue ideado el cuadro, ni más ni menos. Buscaban la mejor forma para albergar la idea. Eran puramente conceptuales. Algunos espectadores verán la representación retiniana de las cosas; otros buscarán el aspecto más semántico. Eso depende del interés que despierte la pintura en cada uno. Cuando pinto, trato de estar despierto en el cómo lo mismo que en el qué.

P. ¿Lleva un motor interior con exceso de velocidad que va guiando su mano? ¿La prisa viene a ser un pretexto para ocultar posibles defectos de ejecución?

R. ¿Usted cree? Son tres años de proyecto. Casi acaba con mi paciencia y todavía no me siento satisfecho. Pinto lo que me parece justo. Si puedo resolver las cosas con dos pinceladas no voy a dar tres, o sea, ni una más. También invito al debate sobre mis posibles defectos de ejecución. Es algo a lo que uno siempre tiene que estar dispuesto. Cuatro ojos ven más que dos. Se aprende de los errores.

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