Mortandad de delfines en el Índico
Tanzania indaga si un sonar militar causó la muerte de 400 animales
Rashidi no daba crédito a sus ojos. El viernes por la mañana, la playa de Kendwa, en la isla de Zanzíbar, en Tanzania, amaneció cubierta por más de 400 delfines. Yacían muertos a pocos metros de la orilla. "Estaban reventados y todos estábamos muy sorprendidos sin saber qué hacer. Nunca habíamos visto nada así", explicó ayer por teléfono a este diario desde la playa. Rashidi gestiona uno de los muchos complejos turísticos del norte de Zanzíbar, un enclave de arena excepcionalmente blanca y turistas sonrosados.
El delfín mular, o de nariz de botella, es frecuente en todo el mundo y abunda en el océano Índico, "pero rara vez aparece en este tipo de varamientos masivos, porque no bajan a aguas tan profundas como otros cetáceos", explica el presidente de la Sociedad Española de Cetáceos, Ricardo Sargaminaga.
Los científicos sospechan que los animales estaban perturbados y estresados por algún factor desconocido o sufrieron envenenamiento antes de morir, según explicó Narriman Jiddawi, una bióloga marina del Instituto de Ciencias del Mar de la Universidad de Dar es Salam, la capital de Tanzania.
Sargaminaga señala que en estos varamientos "la principal sospecha es la utilización de sonares activos por los barcos militares". Estos dispositivos desorientan a los animales, que se ven obligados a subir rápidamente a la superficie desde las profundidades. Los delfines suben tan rápido que los gases disueltos en su cuerpo, por el cambio de presión, se expanden súbitamente: el resultado es que sufren una embolia masiva y revientan por dentro. En las necropsias se ven los órganos destrozados.
Desde 2000 ha habido grandes varamientos en Canarias y Bahamas. El pasado 26 de enero, cuatro zifios aparecieron muertos con estos síntomas en Garrucha, Almería. Sin embargo, estos varamientos nunca habían alcanzado un número como el de Tanzania.
La cadena de televisión estadounidense CNN afirma que la marina de EE UU realiza maniobras en la zona como parte de lo que denomina lucha contra el terrorismo y apuntó que este tipo de actividades podría ser la causa de la muerte.
Estos sonares utilizan ondas de baja frecuencia que permiten explorar el fondo marino a detectar submarinos a gran distancia. Pero los cetáceos, que se comunican a través de estas frecuencias, captan el barrido del sonar y se desorientan.
Los científicos de Tanzania no descartan que el varamiento se deba a un envenenamiento masivo producido por la contaminación o por haber comido un alga tóxica, pero advirtieron de que puede que nunca se llegue a saber la causa.
Mientras los turistas fotografiaban los animales, los tanzanos de los pueblos cercanos se llevaban carne de los delfines a su casa para alimentarse. Los rajaron para extraerles el hígado. El llamamiento de las autoridades para que no los comieran con el argumento de que la causa de la muerte aún era desconocida tuvo poco éxito. El país es uno de los más pobres del mundo y la esperanza de vida de sus habitantes al nacer es de 46 años.
Rashidi explicó que en la zona no se recordaba ningún varamiento similar y que enterraron a los delfines en la misma playa. "La arena estaba roja", concluyó. En el mundo hay 400 delfines menos.
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