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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

De postre, nidos de golondrinas

YUAN apuesta en Madrid por la alta cocina china y las materias primas tradicionales

José Carlos Capel

Salvo excepciones contadas, las especialidades de la mayor parte de los restaurantes chinos que trabajan en las ciudades españolas no pasan de vulgares interpretaciones del recetario cantonés. Desde un punto de vista gastronómico, poco cabe esperar de esos chinos de barrio que con materias primas de segunda elaboran platos de batalla a precios moderados. En la exótica despensa china, sin embargo, repleta de productos insólitos, hay algunos que se identifican con el lujo de la vieja cocina imperial: la aleta de tiburón, supuestamente afrodisíaca, símbolo de rango social; los nidos de las golondrinas marinas, vinculados a la longevidad, que estas palmípedas construyen con su baba (saliva), así como el abalone-oreja de mar, molusco carísimo con la textura de un caracol de agua salada.

YUAN

Velázquez, 87. Madrid. Teléfono 915 76 62 41. No cierra. Entre 40 y 60 euros. Menú Qing, 35 euros. Menú Ming, 40. Sopa de aleta de tiburón con centollo, 13. Lenguado con salsa de soja y brécol, 16. Pollo del mendigo (24 horas de antelación), 35. Canutillos de chocolate rellenos de lichis, 6 euros.

Pan ... (no se sirve)

Café ... 6,5

Bodega ... 7,5

Aseos ... 7

Ambiente ... 7,5

Servicio ... 4

Yuan, restaurante madrileño que aspira a destacar sobre la media, ofrece recetas elaboradas con estos tres alimentos. Y también -algo insólito-, el pollo del mendigo (sólo por encargo), una especialidad de Suzhou, que se rellena de verduras en hoja de loto y se asa durante horas bajo tierra entre piedras calientes (versión original) dentro de una costra de arcilla. Una técnica -afirma la leyenda- inventada por un ladrón de gallinas que no quería dejar huellas al cocinar su botín. Al servirlo, el camarero golpea la capa con un martillo para extraer una carne verdaderamente delicada.

En Yuan, la sopa de aleta de tiburón se sirve con carne de centollo, por lo que el gusto del crustáceo mejora la insípida textura cartilaginosa del apéndice de los escualos. No desmerecen las elásticas rodajas de abalone, que recuerdan a las vieiras y se acompañan de salsa de ostras y verdura pat-choy. Ni la sopa de nidos, medio dulzona e insípida, cuya textura evoca la tapioca y es mejor dejarla para el final, en sustitución del postre. Yuan ofrece un pato laqueado notable. Y, por supuesto, iconos de la cocina china como los rollitos imperiales, las costillas de cerdo, los tallarines y el arroz. En el grupo de dimsum (empanadillas al vapor), ciertas decepciones: correcto el kuo tie, relleno de carne y gambas, y mejorables los jakao de gambas. Tampoco entusiasma el mushi de langosta, picadillo sobre hoja de lechuga, en el que el crustáceo queda desfigurado.

Comedor del restaurante Yuan, en Madrid.
Comedor del restaurante Yuan, en Madrid.

DOS MENÚS

DE LAS cocinas de Yuan se ocupa Zhan, oriundo de Hong Kong, antiguo cocinero del hotel Palace de Pekín, que intenta ofrecer platos de la milenaria cocina imperial, como el pato laqueado. Destaca la técnica del emplatado, insólita en la cocina china, en la que todo se sirve en fuentes que se comparten en la mesa como un signo de solidaridad con el grupo o la familia. El emplatado le permite a Yuan montar composiciones estéticas modernas con el punto justo de cocción. Así sucede con los primorosos lomos de ¿lenguado? (textura semejante a la del fletán o los gallos de mar), a la salsa de soja. O las vieiras con tofu, acompañadas de una salsa compleja, estilo Sichuan. Al margen de la carta se ofrecen dos menús. Por 35 euros, el denominado Qing, que comprende cuatro platos, incluido el pato cantonés, además de arroz y postre a elegir. Y por 40 euros, el Ming, otros cuatro platos de más entidad. Resulta curiosa la envergadura de su bodega, insólita en un chino, y sorprende su enciclopédica carta de tes.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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