La segunda oportunidad
Dicen que los dioses bondadosos conceden a los humanos una segunda oportunidad. No es fácil que el tripartito, el partido mayoritario en el Gobierno o el presidente la aprovechen. Pero debemos esperarlo, incluso exigirlo. El escándalo social y político generado por la reforma del Gobierno y la inclusión en el mismo del firmante de unas cartas que alcanzan una cota de inmoralidad pública difícil de imaginar ofrecen esta segunda oportunidad. Creo que la ciudadanía catalana entendería y agradecería que el presidente de la Generalitat se dirigiera al conjunto de la población anunciando que acababa de firmar el cese del señor de las cartas, como hubiera debido de hacer con su antecesor, y luego discutir el tema con el partido de ambos. Y confiaríamos un poco más en el presidente si reconociera que se había equivocado aceptando como consejero a un señor bajo sospecha por parte de la justicia y convicto de haber cometido una falta política de tal calibre que impide otorgarle la confianza de los ciudadanos y menos aún de los 140.000 funcionarios o empleados que trabajan para la Administración catalana. Es un personaje que considera normal que se exija a los que de él dependen profesionalmente que paguen una parte de su sueldo a su partido. Y como jefe de banda lo firma y lo rubrica. Confunde la responsabilidad de una parcela de la Administración pública con la propiedad de una hacienda, como si fuera su latifundio y los funcionarios los aparceros.
Es muy probable que esta rectificación no suceda. Que las cúpulas gobernantes piensen que "qui dies passa, anys empeny", que el escándalo sólo afecta a unas minorías de enterados, que o son opositores irreductibles o no tienen otra alternativa que votar al tripartito. Y supongo que si los unos cometen una provocación de tal calibre para afirmar su fuerza y los otros la aceptan para mantener la mayoría parlamentaria incluso hasta el fin de la legislatura es porque han reducido sus ambiciones a la continuidad pura y simple. Incluso algunos de sus dirigentes esperan ganar de esta forma las próximas elecciones.
"Mejor perder unas elecciones que el alma", escuché una vez decir a un político francés de centro-derecha para explicar que no aceptaba los votos del Frente Nacional (extrema derecha). En el caso nuestro me temo que el tripartito pierda a la vez el alma y los votos, puesto que hay faltas que difícilmente el electorado perdona. Se pueden excusar los errores y todos sabemos los muchos que se han cometido durante el proceso estatutario. Pero no la ofensa arrogante del poder que se burla de la moral pública más elemental y del sentido común de los ciudadanos.
En todo este mare mágnum tan absurdo como irritante sorprende la inconsciencia de las direcciones partidarias, especialmente en el caso de ERC: bastaba con asumir el error de una persona y apartarle de los cargos públicos. Las faltas políticas se pagan con independencia de que la persona responsable haya actuado de buena fe o siguiendo consignas de su directiva. Al hacer consejero al responsable público del desaguisado han convertido la falta personal en un delito político que mancha a todo el partido.
Los socialistas, que a veces parecen paralizados por el evidente divorcio entre el presidente y gran parte de los dirigentes, no han tenido otro reflejo que el más soso conservadurismo, aceptando una provocación gratuita para que todo siga igual. En este caso se hacen cómplices principales del inevitable descrédito del Gobierno que presiden.
El tripartito es cosa de tres y sin el tercero en concordia, Iniciativa-EUiA, no hay mayoría parlamentaria. Es decir, que tiene también la clave para la continuidad del Gobierno. Es difícil de entender cómo han aceptado el cese gratuito de su consejero de Medio Ambiente y Vivienda, el que expresaba su especifidad con singular brío. Hay que tener en cuenta que su presidente, encorsetado por su cargo institucional, ha debido ejercer de mediador de buena voluntad en los prolegómenos estatutarios, sin poder afirmar una personalidad política definida. Pero aún es más incomprensible cómo pueden formar parte de un Gobierno que se constituye con un atentado a la ética pública más elemental e incluye un personaje del cual exigían su dimisión de un cargo inferior hace pocas semanas. En este caso la "docilidad" (como la denominaba este periódico) de Iniciativa-EUiA más que un acto de paciente responsabilidad parece una manifestación de debilidad suicida. Los que vemos este partido o coalición con simpatía y pensamos que su presencia es necesaria en la escena política lamentamos este papel de triste figura, que se lamenta pero acepta. Borges decía: nadie se arrepiente de haber tenido valor un día de su vida. Es el día.
Jordi Borja es urbanista.
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