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Reportaje:

Modistas de corte académico

Las escuelas de diseño de moda aúnan los estudios técnicos y humanísticos

Elisa Silió

Pablo y Sandra llevan años soñando con presentar su primera colección de ropa y ha llegado el momento. El recinto ferial de Ifema de Madrid sirve hoy de escenario. En los asientos, familiares y algún profesional del sector que quizá se fijará en su trabajo, un trago por el que antes pasaron alumnos de su centro como Miriam y Carolina, ex miembros de la firma de ropa Vacas Flacas. Pablo y Sandra estudian tercer curso del Centro Superior de Diseño y Moda de Madrid (CSDMM), una escuela privada dependiente de la Universidad Politécnica de Madrid que expide un título propio con la Complutense y que controla sus planes de estudios. Las prendas de estos estudiantes son muy ponibles. Ya tendrán tiempo de soltar su imaginación en la colección del cuarto y último curso.

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Son pocos los modistas que saborean las mieles del éxito, el glamour y los flases. Trabajan, y mucho, en el anonimato. Un hecho que a Miguel Ángel Pascual, director de la escuela, le gusta dejar claro a los aspirantes desorientados. Aunque a las pruebas de aptitud para entrar en el centro (www.csdmm.upm.es) -los próximos 27 de junio y 29 de septiembre- acuden en su mayoría chicos con mucha vocación, muchas veces siguiendo la tradición familiar. "Tienen que tener cierta aptitud para dibujar, aunque luego hay asignaturas en 1º y 2º que les van a ayudar a mejorar, e interés por los temas artísticos, por el mundo que les rodea", explica Pascual.

El centro nació en 1986 y está ubicado en el Campus Sur de la Politécnica. El edificio, que comparten con otras facultades, es frío y destartalado. Pero todo cambia al entrar en los talleres de confección tomados por las máquinas de coser y kilómetros de telas enrollados -Pablo, representante del escaso 10% de alumnos masculinos, no quiere hacer cuenta de lo que se gasta al año en materiales-, al visitar el aula de marroquinería, que huele a piel curtida; o en la inmensa sala de grandes ventanales en la que, entre estatuas de escayola, se imparten las clases de dibujo.

En los primeros dos años se abordan temas sociales (historia de la cultura, del arte y del traje o imagen), tecnológicos (patronaje, confección o tecnología textil) y, cómo no, dibujo, diseño y análisis de las formas. "Se defienden desde el principio, y al final son capaces de desarrollar todo el proceso: desde las primeras ideas de la materia hasta los acabados, el estilismo y la presentación de la colección", cuenta el director. Y en el segundo ciclo optan por especializarse en textil-confección o diseño para piel.

"La escuela destaca sobre todo por sus talleres de piel. Trabajan muy bien", afirma el diseñador David Delfín, que dirige talleres creativos en este centro y en el Instituto Europeo de Diseño (IED) de Madrid, que tiene también sede en Milán, Turín, Barcelona y São Paulo, y cuyo profesorado está compuesto por profesionales del sector. "Son clases de unos veinte alumnos. Pocos terminan destacando, algo que ocurre en todas las carreras", piensa el modista. "Yo aprendí por mi cuenta, rodeándome de profesionales, sobre todo de patronaje", cuenta. Y anima a formarse: "Es buenísimo para conocer las nociones básicas. Luego hay que trabajar mucho y buscar dónde especializarse; por ejemplo, en sastrería".

Estudiar en el CSDMM resulta caro y no existen becas, algo que lamenta su director, Miguel Ángel Pascual: "Al principio teníamos una sólida relación con el desaparecido Ministerio de Industria y Energía, y durante los cinco años que duró el Plan Moda de España se ofrecían ayudas". El Plan Global de la Moda, elaborado por los ministerios de Economía, de Ciencia y Tecnología, y de Educación en 2001, se ocupó de la modernización de las empresas y de la proyección exterior, pero pasó de puntillas por la formación.

El CSDMM reclama que su título no sea sólo propio de una universidad, sino que entre en el catálogo de titulaciones del Ministerio de Educación, como ocurre en otros países europeos. No figurar en él, argumenta Pascual, complica la validación de créditos en los intercambios de alumnos que la escuela mantiene desde hace 15 años con centros de Milán, Londres o Hamburgo. Sin embargo, su contacto es casi inexistente con la Escuela Superior de Diseño (ESDI) de la Universidad Ramon Llull, y la BAU, de la Universidad de Vic. En formación profesional existe la titulación de grado superior en diseño de moda, pero a Pascual le gusta distanciarse: "Son estudios que tienen un competente técnico bastante fuerte y quizá no tienen la proyección hacia el diseño que nosotros pensamos que hay que tener".

El 22 de junio será la puesta de largo en el Museo del Traje de la XVII promoción y los alumnos trabajan ya no sólo en las prendas del pase, sino en la promoción, diseño gráfico, puesta en escena, música o maquillaje. Un momento de gloria que para Amaya Arzuaga no debería deslumbrarles: "Lo que es importante es trabajar con otros diseñadores. La gente tiene demasiada prisa en hacer su propia colección y, antes de eso, hay muchísimas cosas que aprender".

Una alumna en una clase del Instituto Europeo de Diseño de Barcelona.
Una alumna en una clase del Instituto Europeo de Diseño de Barcelona.MARCEL·LÍ SÁENZ

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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