El único que nunca baja la guardia
Hay un factor que marca distancias entre Rafael Nadal y el resto de los jugadores relevantes del circuito tenístico: tiene una mentalidad tan fuerte que le permite mantener un altísimo nivel desde el primer punto hasta el último sin conceder el más mínimo descanso. Sus rivales saben que nunca, nunca, bajará la guardia ante ellos. Eso, sin embargo, tal vez no sería suficiente para ganar al vigente número uno del mundo, el suizo Roger Federer, un tenista que actúa también con mucha intensidad y que desarrolla un juego de altísimo nivel, pero al que, no obstante, ha superado en cuatro de sus cinco duelos directos, dos de ellos sobre una superficie dura.
Lo que le concede a Nadal un ascendente sobre Federer, especialmente en la tierra batida, es que le devuelve todas las bolas que le envía, por asesinas que sean, y le obliga a reiniciar la conquista del punto varias veces. Y también el hecho de ser zurdo y de poseer un drive potente y seguro que lanza una pelota pesadísima y buenísima.
No hay muchos zurdos en el circuito y, por tanto, Federer se ve obligado a cambiar sus patrones habituales de juego. Cuando se defiende, el helvético suele mandar una bola de revés cortada y cruzada que hace mucho daño a la mayor parte de sus adversarios, pero no a Nadal porque precisamente le llega a la zona más favorable: la de su drive. Así que la única solución es que Federer busque el revés paralelo y vuelva de esa manera a iniciar el punto.
Nadal saca, pues, a Federer de sus automatismos y le obliga a pensar constantemente, creándole estrés e incomodidad. Ayer, el suizo incluso se dejó llevar por el juego de Nadal y actuó desde atrás en muchas fases del partido, con lo que llegó más ahogado de lo habitual al final del partido. Sin embargo, Federer nunca se rindió, y en cuanto el mallorquín sufrió algún leve bajón en su juego sacó un gran rendimiento de la situación y llevó el partido al cuarto set. A cinco mangas y en tierra le será muy difícil ganar a Nadal. En rápida, a pesar de lo que ocurrió en Dubai, aún tiene ventaja.
El español no sólo ha mejorado su saque y ha aprendido a controlar el ritmo del partido, sino que va dejando señales constantemente de su fuerza mental y de su poderío físico. Lo hace ya en el vestuario, cuando se calienta y hace un ritual con varios tipos de ejercicios, saltos y gesticulaciones que marcan diferencias con los demás jugadores. Crea inquietud en sus rivales antes incluso de salir a la pista. Y, si los pies le aguantan [son su mayor problema físico] y con la experiencia que ha ganado, está capacitado para igualar sus resultados de la pasada temporada
[11 títulos, incluyendo Roland Garros, y segundo del mundo] o acercarse mucho.
Josep Perlas es entrenador de Juan Carlos Ferrero.
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