'Sapientia et patientia'
La Estrategia Nacional de Seguridad de EE UU de septiembre de 2002 no deja resquicio alguno para la duda sobre su política defensiva y de seguridad al afirmar que "no podemos permitir que nuestros enemigos ataquen primero". Las consecuencias de esa política no son cuestión baladí, éstas abrieron la posibilidad de llevar a cabo guerras preventivas. Todo ello ha de ser tenido en cuenta a tenor del actual vaivén en que se desarrollan las negociaciones con el régimen de Teherán, por el temor de que cupiese la tentativa por parte de los halcones del Pentágono, con Donald Rumsfeld a la cabeza y los neocon como banderas, de emprender un ataque contra las instalaciones nucleares persas, lo cual conllevaría a un enfrentamiento impredecible y poco aconsejable. Winston Churchill dijo: "El estadista que cede a la fiebre de la guerra debe saber que, una vez dada la señal, deja de ser el líder político para convertirse en esclavo de acontecimientos imprevisibles e incontrolables".
El auge de las tensiones como consecuencia de la victoria de Hamás, y de la actitud desafiante de Irán, no debe encaminarnos al fatalismo, creyendo ser espectadores del choque de civilizaciones que Samuel P. Huntington preconizaba en su afamado libro. Ahora que nos vemos inmersos en aguas borrascosas, es más necesario un buen timón, guiado con sabiduría y paciencia; de lo contrario podremos zozobrar.
La troika comunitaria, así como Rusia y China, tienen el deber y obligación como potencias que son de velar por la paz y estabilidad en el mundo. Así las cosas, se requiere una postura común y firme, dialogada y consensuada, pero sin que ello sea visto como un síntoma de flaqueza o debilidad, ya que si Europa y el resto del mundo no quieren que EE UU actue de "sheriff global" es hora de que asuman sus responsabilidades.
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