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Santiago y Luis Auserón defienden su disco de versiones 'Las malas lenguas'

El trabajo reúne 12 traducciones de clásicos anglosajones del rock, el 'blues' y el 'soul'

Diego A. Manrique

Santiago y Luis Auserón han lanzado la destilación discográfica de su última aventura, Las malas lenguas, que contiene adaptaciones al español de piezas originales de Otis Redding, Velvet Underground, Eddie Cochran, The Kinks y The Trogg, entre otros. Las tareas de promoción se solapan con los ensayos con su grupo con vistas a su gira de teatros, que comienza mañana en Guadalajara. Un programa cargado que genera una rara discusión pública entre los hermanos, ante la incomodidad de Santiago, que urge discreción para resolver los asuntos profesionales.

Los Auserón, eternamente condenados a la coletilla de "ex Radio Futura", saben repartirse los papeles. Santiago ofrece la argumentación bien rumiada o la reflexión en voz alta, mientras que Luis usa eficazmente bromas y ocurrencias punzantes. Deben ponerse a la defensiva: algunos ven Las malas lenguas (La Huella Sonora/DRO) como un capricho o una solución a una ¿sequía compositiva? Niegan la mayor. Dice Santiago: "En mis cuadernos hay 16 canciones previstas para Juan Perro [álter ego del cantante]". Luis también acumula material fresco pero, señala: "Me niego a sacarlo en un disco independiente que venda 500 copias".

Corren malos tiempos para el rock, piensa Luis. "Cuando llegan las elecciones, nos comen la oreja con promesas sobre las maravillas que van a hacer para potenciar la cultura. Pero, unos meses después, todo sigue empeorando. Madrid apenas tiene espacios para el rock".

¿La motivación de Las malas lenguas? Santiago lo presenta como un proyecto didáctico, que hasta contó con un supervisor de las traducciones, Richard Collins. "Buscamos rescatar información básica del rock, el blues o el soul. Reinsertar unas clásicas en un país donde impera el olvido". Luis opta por lo lúdico. "Son las canciones con las que crecimos, que comprábamos con la paga semanal que nos daban en casa. Yo lo veo como el guateque perfecto; en vez de pinchar discos, las tocamos a nuestra manera".

Con el perfeccionismo que es marca de la casa, la plasmación del CD se resistió. Se intentó grabar en directo, pero se volvió a la idea original de elaborarlo en un estudio. Los conciertos de 2005 dejaron un sabor agridulce. Santiago reconoce problemas en "unir músicos de mi banda con los de Luis. Unos venían del rock, otros del jazz y no siempre logramos la economía que requería la ocasión". A veces parecían parodiar a la Orquesta Mondragón. "¿Lo dices por la versión de Imagine? Cierto, era terreno peligroso, pero la letra todavía tiene sentido. Veíamos excesos pero, en medio de una gira, no podíamos abusar de la paciencia de nuestros compañeros, exigirles transformaciones radicales en las pruebas de sonido".

La gira de 2006 ofrecerá una propuesta depurada: ya no está el pirotécnico guitarrista Norberto Rodríguez y también ha variado la munición. "Salen unas cuantas baladas; entran piezas de Hendrix, los Doors o los Yardbirds". Esperan ahora satisfacer cumplidamente las expectativas del respetable, que el pasado año parecía, en buena medida, indiferente a la resonancia histórica de las joyas de Dylan, James Brown o Marvin Gaye. Ironiza Luis: "Hubo críticos que nos regañaron por elegir temas obvios. Ahora, que ya está rodando el disco, la recepción debería mejorar."

Pero sigue latiendo el problema central: Las malas lenguas podría confundirse con una lustrosa colección de caras B, si estuviéramos en aquellas décadas en que el sencillo servía como soporte creativo. Las actuaciones de 2005 parecían un menú extravagante. Desfile de postres exquisitos y, al final, los platos fuertes que el personal anhelaba: unos pocas recreaciones del cancionero de Radio Futura. Luis cree en exigir un esfuerzo a los espectadores. "Lo sufre cualquier artista, necesita introducir su material nuevo mientras la gente requiere lo de siempre".

Estamos ante unos músicos, testarudos o consecuentes, que evitan recurrir a la baza segura de su cancionero dorado. Olvidando ese dilema, acentuemos lo positivo, insiste Luis. "Estamos muy orgullosos de, por ejemplo, haber resuelto con teclados los metales de los discos originales".

Para Santiago, el placer personal está en naturalizar canciones británicas o estadounidenses. "Mi preferida es Heartbreak hotel, de Elvis, para nosotros Hotel del dolor, donde reconocemos una deuda musical con la lectura que hizo John Cale. Pero hemos aprendido tanto de la complejidad de los textos de Dylan como de la sencillez de Chuck Berry: lo subversivo de You never can tell, ahora Quién lo iba a suponer, es que cuenta una boda de adolescentes que, en contra de lo ordenado por la moral de los años cincuenta, crea una pareja feliz".

Tras la actuación en Guadalajara, Santiago y Luis Auserón viajarán a Fraga (Huesca, domingo 23), Toledo(viernes 28), Elda (Alicante, sábado 29), Cuenca (4 de mayo), San Sebastián (11), Barcelona (25) y Cáceres (3 de junio).

Luis (a la izquierda) y Santiago Auserón.
Luis (a la izquierda) y Santiago Auserón.CLAUDIO ÁLVAREZ

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