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Una nube de arena cubre 1,6 millones de kilómetros cuadrados en China

Pekín provocará lluvia de forma artificial contra la plaga de polvo para limpiar la atmósfera

Huanlong, el Dragón Amarillo al que el folclor popular chino atribuye las frecuentes tormentas que cubren las ciudades de arena, ha regresado a Pekín, y las autoridades pretenden combatirlo a cañonazos: bombardearán las nubes con yoduro de plata para que provoquen la lluvia y despejen la ciudad del manto de polvo. La tormenta, procedente del Gobi, ocupa más de 1,6 millones de kilómetros cuadrados (tres veces la superficie de España), y el Gobierno teme que sus promesas de ciudad verde queden en entredicho con vistas a los Juegos de 2008.

La tormenta de arena que asuela Pekín desde el lunes es una de las peores que se recuerdan desde 2003 y se originó en la frontera entre China y Mongolia el pasado domingo, según relató Yang Keming, el jefe de la Oficina Central de Meteorología. Keming señaló que los problemas causados por el fenómeno se hacen aún más graves debido a las emisiones de CO2 de los vehículos y a la cantidad de obras que se están construyendo en la capital.

El fenómeno de las tormentas de arena es viejo en China, pero ahora plantea un serio problema para las autoridades de Pekín, que ven cómo sus planes para conseguir una ciudad verde de cara a los Juegos Olímpicos de 2008 puede fastidiarse por la polución y la desertización.

Para luchar contra el fenómeno, el Ayuntamiento pequinés ha prometido que bombardeará las nubes con yoduro de plata. Esta técnica consiste en atacar las nubes desde aviones o con cañones y esparcir sobre ellas el yoduro. La sustancia hace las veces de núcleos de condensación, es decir, de partículas que condensan el vapor de agua. Cuando hay muchos de estos núcleos las gotas de agua aumentan de tamaño y caen por acción de la gravedad.

Este método para causar lluvia artificial se utiliza en China para combatir la sequía o para la extinción de incendios, pero los resultados no son siempre los esperados. Las fuertes granizadas que cayeron sobre Pekín en verano de 2005 se atribuyeron a uno de estos bombardeos que generaron cuantiosos daños materiales en la ciudad.

Las tormentas de arena son un problema frecuente en el norte de China, sobre todo durante la primavera, cuando los vientos que soplan desde el desierto del Gobi cubren ciudades enteras durante varios días: se reduce la visibilidad, se dañan las máquinas, se cierran los aeropuertos y muchas personas con problemas respiratorios acaban en el hospital. Cada vez más chinos sufren alergias y asma, sobre todo durante esta época, y no es raro que los ciudadanos usen mascarillas para salir a la calle en estos días, y los niños permanezcan en el interior de sus viviendas.

La tormenta ha disparado las consultas médicas que han aumentado un 20% desde el lunes. Las autoridades de Pekín han recomendado que se evite salir a la calle, sobre todo a las personas con problemas respiratorios, los ancianos y los niños.

La desertización del norte de China amenaza a Pekín, cada vez más asediada por la arena, pese a los esfuerzos de las autoridades por plantar árboles en el norte para combatirla. Una forma más, junto con los ataques a las nubes, para evitar que el 8 de agosto de 2008 la pista de atletismo del estadio olímpico no aparezca cubierta de polvo.

Vehículos aparcados en una calle de Pekín cubiertos por la arena depositada por la tormenta procedente del desierto del Gobi.
Vehículos aparcados en una calle de Pekín cubiertos por la arena depositada por la tormenta procedente del desierto del Gobi.ASSOCIATED PRESS

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