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La UE estudia poner condiciones al ingreso de Rumania y Bulgaria

Bruselas ve insuficiencias en los controles sanitarios y la gestión de los fondos europeos

Andreu Missé

La Comisión Europea comunicará a finales de este mes a Bulgaria y a Rumania la situación en que se encuentra el cumplimiento de los tres criterios (políticos, económicos e implementación de la legislación comunitaria) para su adhesión a la Unión Europea, prevista para el primer día del próximo año. Si persisten las insuficiencias detectadas en los últimos informes, la Comisión prevé establecer cláusulas de salvaguardia para facilitar la próxima adhesión.

La fecha decisiva para conocer si uno o los dos países están en condiciones de incorporarse a la UE en 2007 será el próximo 16 de mayo. Ese día, la Comisión presentará un informe al Consejo y al Parlamento en el que podría proponer que se retrase un año la adhesión. El Ejecutivo comunitario, que ha elogiado la transformación democrática y económica de ambos países, no tiene el propósito de pedir un aplazamiento de su ingreso, según aseguran fuentes diplomáticas.

Aunque el contenido de las cláusulas de salvaguardia no se conocerá hasta los informes de octubre, fuentes diplomáticas han señalado los principales problemas que afronta cada país. En el caso de Rumania, la mayor preocupación deriva del insuficiente control veterinario en las fronteras, especialmente sensible tras la gripe aviar. La Comisión podría proponer mantener cerradas las fronteras de la Unión a las importaciones de animales de Rumania hasta que se remediara el problema.

En su comparecencia a puerta cerrada en el Parlamento a principios de este mes, el comisario para la Ampliación, Olli Rehn, destacó los progresos de Rumania en la lucha contra la corrupción. Pero precisó que las autoridades de Bucarest deben conseguir resultados verificables de sus investigaciones presentando acusaciones, condenas y sentencias disuasorias para atajar la corrupción de alto nivel.

La Comisión estima que Rumania debe completar las reformas administrativas que afectan a la organización de los funcionarios. También debe incrementar sus esfuerzos en el control del tráfico sobre seres humanos, a pesar de haber logrado desmantelar varias redes de traficantes gracias a la colaboración de los Estados miembros. Otra advertencia señalada por Bruselas indica que Bucarest debe hacer más esfuerzos en la integración de minorías.

Bulgaria aprobó una reforma de la Constitución a finales del pasado marzo y un nuevo código penal que entrará en vigor el próximo 29 de abril. A pesar de estos avances significativos, Rehn estima que la reforma del sistema judicial todavía no es satisfactoria, al existir aún ambigüedades sobre la independencia del poder judicial.

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Según la Comisión, el Gobierno de Sofía ha iniciado los primeros pasos en la lucha contra la corrupción. Por primera vez se ha levantado la inmunidad a dos miembros del Parlamento, pero Bruselas considera, no obstante, que ciertas medidas legales para perseguir altos niveles de corrupción sólo se han utilizado raramente y que, por tanto, deben incrementarse los esfuerzos. El presidente búlgaro, Georgi Parvanov, rechazó la semana pasada estas críticas, cuestionando las fuentes e informes que habían utilizado los servicios de la Comisión.

Bulgaria presenta además otras deficiencias en el campo de la reforma del sistema judicial y en la integración de las minorías. A la Comisión le preocupa especialmente la capacidad de Bulgaria en el control del sistema de pagos de los fondos comunitarios. Fuentes diplomáticas indican que, si Sofía no resuelve este problema, la Comisión podría proponer una cláusula de salvaguardia sobre la gestión de pagos con serias repercusiones para su país, ya que le impediría recibir fondos europeos.

Tanto en el caso de Bulgaria como de Rumania, la decisión políticamente relevante está en manos de la Comisión Europea, la única capacitada para proponer el aplazamiento a 2008. El Consejo sólo podría plantear un aplazamiento a propuesta de la Comisión.

Gitanos búlgaros transportan un coche al desguace el pasado marzo en Sofía.
Gitanos búlgaros transportan un coche al desguace el pasado marzo en Sofía.REUTERS

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