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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Contumaz Berlusconi

Si cabía alguna duda sobre el carácter atrabiliario, inmunidad al sentido del ridículo, y endiosamiento mundial que se dan cita en Silvio Berlusconi, el espectáculo que está dando para no aceptar que el líder de la coalición de centro-izquierda, Romano Prodi, ha vencido en las legislativas italianas de los pasados días 9 y 10, bastaría para otorgarle el oro en la competición de gobernante impresentable del año.

Berlusconi reclamó primero que había habido fraude electoral masivo; segundo, exigió que se revisaran una por una las papeletas nulas; y, por último, en una carta publicada ayer en un diario italiano repetía su exigencia de que se formara una coalición temporal de las dos fuerzas, centro-derecha y centro-izquierda, para afrontar los problemas del país, una situación económica mala y caótica -y algo se deberá a los cinco años de gobierno de Berlusconi- y en lo institucional, la sucesión del presidente Ciampi en mayo.

Pero de nada ha de valer cualquier reclamación electoral porque, si bien Prodi ganó por sólo 25.000 votos en la Cámara baja y tiene 158 escaños contra 156 de Berlusconi en el Senado, el número de papeletas invalidadas que inicialmente era de algo más de 82.000 ha quedado reducido a 5.266, con lo que el resultado es inamovible. El ganador, ex presidente de la Comisión Europea, ya ha dicho que para hablar lo primero que tiene que hacer Berlusconi es excusarse por haber tachado su victoria de fraudulenta. Y si la aceptación del líder de la derecha como socio parece descartable, el jefe de Democráticos de Izquierda, Piero Fassino, no negaba, en cambio, la posibilidad de "soluciones prácticas compartidas". La ajustada victoria de Prodi -que dijo que un empate sería mal resultado-, aunque le da todo el derecho a formar Gobierno, no le garantiza, ni mucho menos, la estabilidad en cabeza de una coalición heteróclita como es la Unión.

Tras eludir toda una serie de acciones legales, en ocasiones gracias a leyes de prescripción de los delitos -en su mayor parte económicos, así como de manipulación y soborno de la magistratura- aprobadas por su propio Gobierno, Berlusconi se enfrenta a la duodécima tentativa de llevarle a juicio, pero hoy como jefe de la oposición y ya no apoltronado en la jefatura del Ejecutivo.

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