"Nosotros somos Estados Unidos"
Cientos de miles de hispanos toman las calles de Washington para defender la integración de los inmigrantes
En su camiseta se lee que es 100% latina y 100% estadounidense. Lupita Reyes, mexicana, 51 años, más de la mitad de los cuales reside en Estados Unidos de forma irregular, gritó el lunes hasta quedarse afónica que también ella es una ciudadana estadounidense. "Nosotros somos EE UU", levantaba Reyes sobre su cabeza en una pequeña pancarta azul. "Hemos decidido no ser invisibles nunca más", explicaba. A pesar de ese acto de coraje, Reyes dice estar cansada de llevar más de un cuarto de siglo viviendo con miedo. Miedo a ser deportada. Miedo a no tener derechos. Miedo provocado por un sinvivir sin papeles. Sus hijas los tienen, nacieron en EE UU. Por eso portan un cartel que reza: "Segunda generación de méxico-americanas. Votaremos en 2016". El debate de una nueva y dura ley de inmigración -de momento bloqueada en el Senado-, es lo que ha desatado la protesta.
"Hemos decidido dejar de ser invisibles", explica Lupita Reyes
La Marcha, en español, del lunes por la tarde en el Mall de Washington fue una manifestación para la historia. De las que se pueden llenar de adjetivos. Fue masiva, entre 100.000 y 500.000, según la policía y los organizadores, respectivamente. Fue sorprendente, cientos de miles de inmigrantes latinos gritando a los políticos frente al Capitolio de Washington con una sola voz que "sí se puede", que es posible su regulación. Fue premonitoria: "Hoy marchamos, mañana votamos", advertían a la Casa Blanca. Fue diferente: miles de camisetas blancas, símbolo de paz, y las barras y estrellas ondeando al aire. Pocas insignias de los países de origen de los inmigrantes latinos. Éstos se sienten estadounidenses, aunque sin renunciar a su origen, y el lunes quisieron dejarlo claro.
"Somos estadounidenses", era la conclusión. "Porque producimos, exigimos", reclamaba Rubén Castillo, salvadoreño, 25 años, los últimos seis residiendo indocumentado en Maryland y ganándose el jornal como jardinero. Fue emotiva: "Todos fuimos alguna vez inmigrantes", recordaba Patrick Finn, vestido con camiseta blanca y levantando orgulloso la bandera de Irlanda. Fue el recuerdo de que en este país, un día no muy lejano, también se luchó por los derechos civiles de la población negra. El senador Edward Kennedy recordó que Martin Luther King expresó un deseo en ese mismo lugar en 1963. "Tengo un sueño", dijo el reverendo. "Hace más de cuatro décadas Luther King pidió libertad", exclamó Kennedy. "La libertad llegó entonces y la libertad llegará ahora", animó el senador demócrata a las miles de personas que le escuchaban. "Hasta la victoria", gritó Kennedy en un español marcado por un fuerte acento estadounidense.
"Ningún humano es ilegal", dice Desiré Vázquez. Vázquez lleva calado un sombrero tejano y unas trenzas de pelo negrísimo se le escurren por su camiseta blanca. Tiene 35 años y asegura que lleva 15 limpiando casas de "gringos". Como sacados de un corrido mexicano, aparecen Alfonso García y Delfino Flores. Camisetas blancas, potentes bigotes y patillas, y amigos de Vázquez.
"Damos la bienvenida a los que entraron y entran desnudos; a los que cruzaron la frontera hambrientos y sedientos en busca de un futuro mejor", explica Jaime Contreras, presidente de la Coalición Nacional de Inmigrantes. Él mismo lo hizo a los 13 años. "Queremos enviar el mensaje al Congreso y a Bush de que estamos hartos, hartos de trabajar duro y hartos de que nos traten como lo han hecho desde el 11-S", dice Contreras.
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