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Tribuna:LA INDUSTRIA DEL AUTOMÓVIL
Tribuna
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Lecciones del Meriva

La decisión adoptada en febrero por General Motors Europa de localizar en la factoría aragonesa de Figueruelas la fabricación del nuevo modelo Meriva, en competencia con la polaca de Gliwice, es un rayo de sol entre las negras nubes que amenazan en los últimos tiempos a un sector tan decisivo en la economía española como el automóvil, por el empleo, las exportaciones y la industria auxiliar. La decisión vino a demostrar que el proceso de deslocalización puede no ser tan imparable a corto o medio plazo como a menudo se ve.

Sobre el papel, el caso parecía perdido y de manual, pues se trata de una manufactura sensible a los costes salariales y a la proximidad de los mercados; los primeros son un tercio más bajos en la planta polaca, que se halla además situada en el corazón de la nueva Europa, la del crecimiento en los próximos años. ¿Por qué se ha optado por Zaragoza entonces? ¿Pueden valer las razones para otros casos?

Dos han sido, en mi opinión, los motivos de fondo que han resultado determinantes: el peso de la inercia y la actitud de los agentes que han gestionado el proceso por parte española. De ambas se pueden extraer valiosas lecciones y alguna invitación al optimismo.

Fabricar un automóvil requiere disponer de la tecnología adecuada y combinar maquinaria y una mano de obra adiestrada en la planta principal, así como tener en las proximidades un parque de proveedores comprobado y razonablemente barato, pues una parte sustancial de los componentes se halla externalizada. El coste final del producto no depende sólo de los salarios, sino de que toda esa compleja y delicada maquinaria funcione con la precisión de un reloj. En cada uno de esos elementos Figueruelas era superior a Gliwice, incluido que requería una menor inversión en maquinaria, algo muy atractivo para una atribulada General Motors. Y esta superioridad, acreditada por una reputación de casi 25 años, de "aprender haciendo", ha superado a la combinación de menores salarios, mayores inversiones requeridas y algunas incógnitas presentada por su competidor. Aunque sea una ventaja temporal el peso de la inercia tiene un papel contra la deslocalización, especialmente en plantas grandes y complejas. Como saben quienes trabajan en geografía económica, la trayectoria histórica explica ciertos asentamientos de actividades que el puro juego de los precios en cada instante hace incomprensibles.

El segundo factor decisivo ha sido la actitud cooperativa de los tres agentes españoles que han participado en el proceso: directivos, sindicatos y autoridades. Porque aquellas ventajas, pero sobre todo los riesgos de nuevas divergencias en costes, han de ser predecibles en un horizonte prolongado y para ello el compromiso de los trabajadores y directivos es clave. Pero en este caso no han sido importantes sólo los tradicionales del interior de la empresa, sino las autoridades animando una actitud cooperativa en trabajadores y directivos que estuvo en peligro en varios momentos allá por el otoño último. Nos referimos a las autoridades autonómicas, que han demostrado una capacidad de acción muy por encima de las competencias que teóricamente tienen atribuidas, en contraste con una actitud del Gobierno central correcta aunque fría.

José María Serrano Sanz es catedrático de la Universidad de Zaragoza y director de la Fundear.

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