El proteccionismo vuelve a dividir a la UE
Francia y Almunia desestiman una propuesta británica en defensa de la liberalización
El canciller del Exchequer, Gordon Brown, agitó ayer las ya enrarecidas aguas del debate europeo contra el proteccionismo con una propuesta que propugna acelerar el ritmo de la liberalización para hacer frente a la globalización, y que supone deslegitimar la actuación de la Comisión Europea en este campo. El ministro de Finanzas británico presentó su propuesta en el consejo de ministros de Finanzas de los Veinticinco, que se ha celebrado en Viena ayer y anteayer. La reunión, a la que asistieron también los gobernadores de los bancos centrales de los Veinticinco, contó con la participación destacada de tres relevantes hombres de empresa europeos: César Alierta, presidente de Telefónica; Bernd Pischetsrieder, presidente de Volkswagen y Peter Brabeck-Lethmathe, presidente de Nestlé, quienes coincidieron en la necesidad de construir cuanto antes y de manera efectiva el mercado interior de la Unión Europea.
César Alierta: "Con 25 regulaciones distintas es muy difícil captar inversiones"
El ministro británico quiere que un panel de expertos investigue la competencia en Europa
El francés Breton cree que la iniciativa de Brown sólo crearía "más burocracia"
Brown planteó una serie de medidas concretas, que suponen una profundización del análisis sobre los desafíos de la globalización que presentó el pasado otoño en Manchester. Entonces ya dejó muy claro que su respuesta al aumento del protagonismo de China e India no pasaba por un incremento del proteccionismo sino que abogó por una mayor liberalización de los mercados y por afianzar la competitividad.
En su propuesta de ayer, que contó también con el apoyo del ministro sueco de Finanzas, Pär Nuder, Brown dijo que la comisaria de Competencia europea "debería constituir paneles de expertos independientes para investigar los sectores en los que la liberalización ha fracasado y la competencia no está funcionando de manera efectiva". El canciller se refería, sobre todo, a los mercados de energía y telecomunicaciones. En el informe que posteriormente los expertos deberían remitir a la comisaria, presentarían propuestas concretas encaminadas "a un uso proactivo de las leyes de la competencia, que contrarreste las conductas anticompetitivas y promueva los cambios estructurales necesarios". Los expertos también deberían plantear propuestas "para la reforma de la regulación existente donde una inefectiva legislación dificulte la competencia".
El ministro de Finanzas británico se mostró convencido de que su iniciativa sería "una medida efectiva contra el aumento del proteccionismo en la Unión Europea". Añadió que la Comisión debería presentar una respuesta a las sugerencias de los expertos en un determinado plazo, señalando las medidas que se deberían adoptar.
La iniciativa de Brown mereció el desdén de Thierry Breton, ministro de Finanzas de Francia, uno de los países que está sufriendo las mayores acusaciones de proteccionista, especialmente en el campo de la energía. Breton, que en otras ocasiones ha señalado que la economía francesa está más abierta que la británica en muchos aspectos, manifestó que la propuesta británico-sueca carecía de relevancia y que "sólo supondría un aumento de la burocracia en la Unión Europea". La propuesta de Brown de crear paneles de expertos, que algunos asistentes interpretaron como la voluntad de crear una autoridad independiente, no despertó tampoco un excesivo entusiasmo entre la representación alemana e italiana, ni demasiados comentarios entre el resto de ministros.
En la Comisión Europea, sin embargo, la iniciativa se interpretó como un ataque a traición y una desautorización de las acciones de la Comisión en su pulso contra varios Estados miembros, especialmente en la energía. El comisario de asuntos Económicos y Monetario, Joaquín Almunia, con un peso específico en la reunión y conocido paladín las posiciones liberalizadoras, manifestó su rechazo total a la creación de este tipo de paneles de expertos. Recordó que la Comisión ya contaba con la colaboración de los mejores expertos en competencia en los principales litigios que mantiene en el campo internacional.
Almunia apoyó las líneas generales propuestas por Brown que descalifican el proteccionismo como alternativa a la globalización, y subrayó que la respuesta adecuada pasa por intensificar las reformas. El comisario, no obstante, fue categórico en su rechazo a la propuesta de Brown, e hizo una defensa en toda regla de la actuación de la comisaria de Competencia, Neelie Kroes. En este sentido, recordó que, recientemente, "ha presentado casi 2.000 procedimientos de infracción contra 17 Estados Miembros, incluyendo al propio Reino Unido", por prácticas restrictivas de la competencia, hecho que, por cierto, había pasado desapercibido en medios comunitarios.
El vicepresidente del Gobierno español y ministro de Economía, Pedro Solbes, manifestó en la reunión que el debate no estaba "en estar a favor o en contra de la globalización", sino que había que aceptar que "la globalización ya estaba ahí y había que dar respuestas". En su opinión, la causa de que la globalización tenga una imagen tan negativa es porque los beneficiarios no salen en su defensa, mientras que sólo aparecen las voces de los que la atacan porque se consideran perjudicados.
En una posterior conferencia de prensa, Solbes subrayó que en la reunión hubo "un consenso absoluto en que el proteccionismo no es la solución". Apoyó la idea de Brown de "lanzar puentes" para afrontar la globalización y desarrolló la idea de la flexiseguridad. En su opinión, dado en el nivel de desarrollo y de riqueza de las sociedades europeas, "es necesario proteger a las personas que se vean afectadas por la pérdida de empleo debido a la globalización". El ministro estableció una clara diferencia entre la defensa de los empleos, que consideraba que no se podían sostener en sectores que habían dejado de ser competitivos, y la defensa de las personas, a las que había que ayudar para que consiguieran la preparación y formación adecuada para poder incorporarse a los sectores efectivamente competitivos.
En relación con el contencioso específico de la energía que late con más intensidad en todo el debate entre el liberalismo y el proteccionismo, Solbes subrayó la contradicción que significaba que algunos países como España, que habían encabezado el camino de la privatización, ahora se encontraban más desprotegidos que otros que todavía contaban con una fuerte presencia del sector público. Señaló también la paradoja del Reino Unido, que también había registrado una importante liberalización de su mercado de gas pero tenía serios "problemas de conexión" y en la carrera del incremento de los precios, estaba "en el peor de los mundos".
Karl-Heinz Grasser, ministro de Finanzas de Austria, país que ostenta la presidencia de turno de la Unión Europea y anfitrión del encuentro, señaló que el proteccionismo "aumenta el problema, mientras que la liberalización tiene ventajas porque favorece la creación de puestos de trabajo". Por esta razón fue una de las voces que defendieron con más entusiasmo las medidas que supongan más liberalización y desregulación, y favorezcan el mercado interior. Anunció que durante 2006 se presentará un plan detallado para la puesta en vigor de este mercado interior.
Las intervenciones de los empresarios fueron especialmente precisas. El presidente de Telefónica, Cesar Alierta, manifestó que "con 25 mercados distintos y 25 regulaciones diferentes es muy difícil captar inversiones". Criticó que, en la situación actual, "la competencia se basa en la regulación de los mercados". El presidente de Nestlé por su parte, señaló que la Unión Europea tenía que "utilizar las herramientas que tiene para crear nuevos empleos, no para proteger a los viejos".
El presidente de Volkswagen se mostró crítico con la excesiva fortaleza del euro, que estaba dañando las exportaciones, y señaló que los conflictos comerciales en las relaciones con China no se debían resolver por la vía del boicot sino de la cooperación. Advirtió también de que el cierre de las instalaciones en otros países supondría la pérdida de empleos en la UE.
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