Una "progre" con los pies en el suelo
Mercedes Cabrera, la nueva ministra de Educación, tendrá que desarrollar la ley recién aprobada y cerrar la de Universidades
Cuando ya sabía que era la nueva ministra de Educación, cogió el monedero y se fue a hacer la compra al mercado de su barrio. "Habrá pensado: con la que se me viene encima, más vale tener comida en casa", imagina entre risas una de sus amigas.
Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo nació en Madrid en 1951 en una familia de reconocida tradición intelectual y política -es nieta del físico, exiliado tras la Guerra Civil, Blas Cabrera, y de un Calvo-Sotelo-. El otro, el que fue presidente del Gobierno tras la dimisión de Adolfo Suárez, es su tío. El tío Leopoldo dice de ella que siempre fue "una progre". Así la recuerda también alguna antigua alumna. Sus clases eran "participativas". "Llevaba el pelo largo, y pendientes de plata largos. No digo que hippy, pero casi, muy progre". Antes de ser una universitaria que escuchaba conciertos de Serrat y disfrutaba con la canción protesta, la niña Mercedes tuvo una educación esmerada en el colegio Estudio, bajo la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza.
Siempre ha sido, dicen, una estudiante extraordinaria, "que no empollona", de "una tremenda generosidad intelectual. Y siempre con los pies en el suelo". Dejaba los apuntes a sus compañeras, pero también supo aprovecharlos; con el andar del tiempo se convirtió en catedrática de Historia del Pensamiento y los Movimientos Sociales y Políticos de la Universidad Complutense; y luego se doctoró. Los papeles oficiales que ayer envió el Ministerio de Educación cuentan que "ha dedicado toda su vida a la docencia y a la investigación hasta que fue elegida diputada por Madrid en 2004". Desde entonces ha sido la presidenta de la Comisión de Educación del Congreso. Es autora de varios libros y numerosas publicaciones, la mayoría enmarcadas en la historia española de la primera mitad del siglo XX, su especialidad.
Preside la Asociación de Amigos de la Residencia de Estudiantes, justo el sitio donde conoció al presidente Zapatero, que se siente fuertemente vinculado con los principios de esta institución, los mismos en los que se educó Cabrera. No está afiliada al PSOE, aunque lo estuvo "por un rato" después del golpe de Estado del 23-F. Después volvió a sus libros. La nueva ministra es también miembro del Patronato de la Fundación Pablo Iglesias y de la Fundación Alternativas y codirectora de la revista Historia y Política.
"Es un poco hiperactiva", dicen los que la conocen. A pesar de toda su actividad pública, saca tiempo para ir al cine. No hace ni una semana fue a ver Mrs. Henderson presenta, una película de Stephen Frears, que le encantó. Y para tomar cañas con sus amigos. Le gusta el jamón y la cerveza. No come mucho pero come bien.
Está casada y tiene dos hijos, en la veintena. El mayor, matemático, ha estudiado música en el conservatorio, una pasión que también cultiva la madre. "Una madraza", dicen sus amigas. "Muy familiar y de una calidad humana excepcional. Siempre tiene un rato para ti si te ve depre, pero sin invadir tu espacio", alaban sus amigas.
Entre sus adversarios políticos tampoco se recogen muchas críticas. Destacan la coherencia con sus principios y sus risas constantes. "Es abierta y tímida, sabe escuchar". Muchos la esperan para enderezar los renglones que ven torcidos en la Ley de Educación (LOE), recién aprobada. Y otros tantos confían en que la Ley Orgánica de Universidades y la ordenación de los estudios superiores adaptados a Europa, "todo muy verde todavía", salga por fin "con el mayor consenso posible".
Sencillez, discreción y carácter dialogante son algunas de las características en las que muchos de los que la conocen coinciden. Y su "sensibilidad" para escuchar y aprender. Sus amigas esperaban el nombramiento de Mercedes como ministra e incluso se extrañaron de que no fuera la primera responsable de Educación que nombró Zapatero al llegar al poder. Otras dos candidatas se barajaban para sustituir a María Jesús San Segundo, la vicepresidenta del Congreso y responsable de Cultura en la Ejecutiva socialista, Carme Chacón, y Eva Almunia, encargada de Educación en el PSOE y consejera en Aragón. Al final le ha tocado a Cabrera, una mujer a la que la vida le ha forjado un carácter "recio" a la vez que "amable".
Más de agua que de campo, Cabrera, de tarde en tarde, se echa al mar: navega, bucea. En el Ministerio de Educación queda mucho por remar.
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