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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Transgresión y deseo

Experiencia, identidad personal y análisis histórico son los materiales que combina Beatriz Gimeno para construir este recorrido por el lesbianismo en la cultura occidental. La argumentación medular de la autora se basa en que existe "una diferencia básica, seminal casi, entre ser gay y lesbiana". En ese sentido, defiende desde el principio que las lesbianas no deben ser homologadas de modo automático con los gays. "Somos mujeres y (...) no tenemos otro lugar que el que esta sociedad deja a las mujeres", sostiene Beatriz Gimeno. Bajo este prisma, la autora tiende un puente permanente entre el empeño de las lesbianas en ser visibles y la lucha de las mujeres por tener voz y derechos. Este enfoque desembaraza al lesbianismo de su imagen de círculo reducido y opción minoritaria, pero no carece de riesgos teóricos y empíricos: al vincular tan estrechamente la suerte de las mujeres con el esfuerzo emancipador de las lesbianas, el discurso de Gimeno, ponderado y didáctico, adquiere un tono levemente idílico.

HISTORIA Y ANÁLISIS POLÍTICO DEL LESBIANISMO. La liberación de una generación

Beatriz Gimeno

Gedisa. Barcelona, 2005

356 páginas. 19 euros

Una de las ideas centrales de la ensayista es que teniendo en cuenta "las cargas que el patriarcado impone a las mujeres", para algunas "salirse del espacio de la heterosexualidad obligatoria" y escoger ser lesbiana "puede ser una opción de vida más atractiva". Ciertamente, a las mujeres, sean heterosexuales o lesbianas, les une un continuo de afanes y vicisitudes históricas comunes que las aproximan más allá de su opción sexual, pero sería desmesurado deducir que la realización amorosa lésbica encarna mejor las expectativas de liberación femenina. También es discutible que el lesbianismo sea siempre el resultado de una elección voluntaria o de una apuesta emocional de compartir la vida con iguales frente al modelo heterosexual. El deseo, el aprendizaje y las circunstancias vitales son elementos a considerar en la elección del otro y del objeto amoroso. Gimeno, desde luego, así lo admite al escribir que hay lesbianas que, como ella, lo son por elección, y otras que se sienten necesaria o fundamentalmente lesbianas.

Autora de otros libros divul-

gativos, Gimeno rastrea en este ensayo la presencia de las lesbianas desde la Grecia antigua hasta el presente. Invisibles en algunas culturas, interpretados a menudo sus afectos por otras mujeres como manifestaciones inofensivas o como aprendizaje para el matrimonio, no es fácil evaluar su presencia en épocas en las que se daba por descontada la primacía masculina. Sin embargo, Beatriz Gimeno hace notar que en determinadas épocas, como por ejemplo la Edad Media, algunas mujeres escaparon del yugo matrimonial, no siempre ventajoso para ellas, a través de espacios femeninos propios. Los conventos acogieron, en ocasiones, a mujeres con intereses intelectuales o con un acusado sentido de la libertad que se sintieron más felices en compañía de otras mujeres que en el matrimonio. Naturalmente, no se puede identificar este modo de vida inspirado en la religión con una convivencia amorosa entre mujeres, pero hubo casos, escribe Gimeno, en los que la dependencia afectiva creó vínculos emocionales entre algunas monjas, aunque no hubiera prácticas sexuales entre ellas. De cualquier modo, es en el siglo XX, sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial, cuando las lesbianas empiezan a ser visibles, hecho que Gimeno vincula con la entrada de la mujer en el mercado laboral y en los ejércitos, lo que implica una mayor autonomía para controlar su vida.

La relación entre feminismo y lesbianismo ha sido a menudo un estigma que ha acompañado al movimiento de liberación de las mujeres. Esta diversidad de enfoques ha suscitado divisiones internas dentro del movimiento feminista. Como apunta Gimeno, las lesbianas con conciencia feminista han optado por defender sus derechos junto con otras mujeres, a la vez que reclamaban los suyos tácticamente con los homosexuales varones, mientras que otras han luchado directamente por el reconocimiento de su opción sexual. Interesante es la apuesta de Beatriz Gimeno de que la opción lésbica no es algo monolítico, sino sujeta a cambios, es decir, a elecciones. Se trata de nuevo de subrayar la idea de que el lesbianismo no es una isla, sino una fuerza transgresora para oponerse al patriarcado. Es un hecho, no obstante, que las corrientes feministas mayoritarias han apostado por la liberación femenina a través de la transformación social, del pacto y del diálogo con los hombres, a fin de cuentas dueños del poder que se aspira a compartir.

Dos mujeres se besan durante un desfile celebrado en Los Ángeles en el año 2000.
Dos mujeres se besan durante un desfile celebrado en Los Ángeles en el año 2000.AFP

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