Celos y ambiciones

En la sala Cuarta Pared, el checo Jan Kodet ha mostrado un trío lleno de imaginación teatral y de complejas búsquedas formales en el que destaca la luminosa presencia del joven praguense Martin Vrany, que dota la acción de equilibrio y sensualidad. Kodet indaga en fórmulas teatrales de hoy sin eludir desnudez y desgarramiento, en perfecta consonancia con su experiencia personal, que le llevó durante años a trabajar con el portugués Rui Horta, de cuyo estilo aún se perciben sugerencias y elementos.

Una óptica muy distinta anima el intento de gran pieza que hace Montero con la plantilla escolar de Carmen Roche. Hay exceso de textos, un obsesivo y continuo abrir y cerrar de la cortina americana del fondo, un collage musical ecléctico que añade confusión a la ya manifiesta opacidad en el dibujo coréutico; son los factores que se producen dentro de lo ambicioso y alambicado de un proyecto en el que se da una poco fluida relación entre los malos tratos y la pieza original de Shakespeare (a eso, en especial, ya se refirió Paul Auster: la generalización vulgariza el postulado). Así y todo, en el conjunto encontramos bailarines de talento y que tendrán con toda seguridad buen futuro sobre las tablas.

La propuesta de Montero intenta atraer la atención sobre un tema de lamentable y candente actualidad y para ello se vale de un sistema audiovisual poco elaborado y que no engrana con la argumentación clásica que quiere ser el eje del montaje. Jon Vallejo da una intensa calidad a su interpretación del moro veneciano y Raquel Martínez despliega su buen baile además de su trémula presencia al carácter de Desdémona.