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Las críticas obligan a Berlusconi a cancelar una aparición televisiva de última hora

El primer ministro italiano pretendía ser entrevistado en uno de los canales de su propiedad

Silvio Berlusconi comenzó la campaña electoral comparándose con Napoleón y Jesucristo, la continuó acusando a los comunistas chinos de usar niños como abono y está a punto de terminarla tras haber llamado coglioni (gilipollas) a quienes no voten por él. El primer ministro italiano está inmerso en una carrera contrarreloj en la que todo vale para ganarse a los indecisos. Ayer anunció su aparición en un programa de televisión de Mediaset, que pertenece a su familia, pero tuvo que renunciar por la tarde ante el escándalo organizado.

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"Seré entrevistado por periodistas de izquierda, así que no violaré la par condicio [la norma que reparte los tiempos de aparición en la pantalla en periodo electoral]", afirmó Berlusconi por la mañana tras anunciar que había sido invitado al programa Terra de Canale 5. La Autoridad para la Garantía de las Comunicaciones, el órgano encargado de vigilar el juego limpio en los espacios televisivos, hizo saber que no había proporcionado "ningún tipo de autorización".

El candidato de centro-izquierda y favorito en los sondeos, Romano Prodi, calificó la posible intervención televisada de Berlusconi de "grave violación de las leyes que defienden la democracia". El escándalo fue creciendo a lo largo de la jornada y al final la cadena tuvo que dar marcha atrás y anular la invitación. "La idea se ha revelado imposible", dijo el presentador de Terra, Tony Capuozzo.

Las cadenas de Berlusconi han recibido durante la campaña tres multas -la última el lunes a Rete 4, de 250.000 euros- por violar el equilibrio entre los candidatos, en algunos casos por ocho a uno, naturalmente siempre a favor de Berlusconi. Pero esta vez, a sólo dos días del cierre de campaña, previsto para el viernes, hasta Il Cavaliere se ha dado cuenta de que aparecer en solitario, jugando en casa, en horario de máxima audiencia, era ir demasiado lejos.

"Sólo la necesidad de captar los votos de los indecisos explica la violencia verbal que está alcanzado la campaña; aunque no creo que los insultos ayuden a la gente a votar", explica el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Roma Tre Pietro Grilli di Cortona. Los sondeos están prohibidos por la ley electoral desde el pasado 25 de marzo, pero las últimas encuestas mostraban una ventaja de entre 3,5 y 5 puntos para la coalición que dirige Prodi. Y arañar esos votos se ha convertido en la única posibilidad para Berlusconi, lo que explicaría su nerviosismo, sus salidas de pata de banco o sus promesas, como la supresión del impuesto sobre la vivienda que anunció al final del debate del lunes con Prodi.

En un piso de un palacio de la plaza romana de Santiago Apóstol, que alberga la sede de La Unión, la coalición de centro-izquierda, Ricardo Franco Levi, principal asesor político de Il Professore y su portavoz cuando estaba al frente de la Comisión Europea, se muestra muy tranquilo en la recta final de la campaña. Mientras, en la habitación de al lado, Prodi es entrevistado por las principales cadenas regionales italianas poco antes de partir hacia el norte para los últimos mítines. "Ya no importan los sondeos, sino los votos", señala Levi. "Creo que el número de los indecisos ha bajado y que la mayoría de los electores ya han decidido lo que harán. Berlusconi ha alzado el tono para transmitir entusiasmo a sus electores, para llegar al núcleo duro de sus votantes", agrega.

Indecisos

Los analistas discrepan sobre el número y el sector social que prima entre los indecisos. Para algunos se trata de gente que tiene clara su preferencia por la derecha o la izquierda, pero que no ha decidido si finalmente irá a las urnas. Para otros, como explican varios analistas al semanario L'Expresso, se trata sobre todo de mujeres, de católicos, de comerciantes y de habitantes de ciudades de menos de 30.000 personas. Los expertos tampoco se ponen de acuerdo sobre el número de indecisos entre los cerca de 50 millones de italianos llamados a las urnas el domingo y el lunes (47,26 millones en Italia y 2,84 millones en el extranjero): algunos hablan de un 15%, otros de sólo un 3%.

El Corriere della Sera relataba en su edición de ayer que, tras el debate del lunes, Berlusconi acudió a una fiesta en Roma, organizada por sus partidarios. Allí, en un corrillo, se le escuchó decir: "Los indecisos son aún muchos y sólo nos quedan cinco días para el voto. Podemos vencer o perder. Todo está muy ajustado". Ha probado las promesas, los coglioni y su imperio televisivo. Pero la votación está cada vez más cerca.

Silvio Berlusconi canta y levanta el puño en un mitin de Forza Italia ayer.
Silvio Berlusconi canta y levanta el puño en un mitin de Forza Italia ayer.REUTERS

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