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Columna
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Tiren de la manta

El portavoz de Centro Liberal en el Ayuntamiento de Orihuela, Jesús Ferrández, nos ha salido peliculero, como él mismo confiesa. Asegura que todos los sobornos e irregularidades que relató al empresario Ángel Fenoll, y que quedaron grabadas, además de divulgados, eran "parte de un juego" que se montó para sonsacar información de su interlocutor. Nadie puede creerle, ni él mismo, pero en todo caso, el pretexto añade la condición de taimado a la ya exhibida de cándido. No obstante, sus cuitas y desahogos han contribuido a que el fenómeno de la corrupción se avance más al proscenio político y el PP valenciano se sienta por fin involucrado. Como acusado o acusador, lo importante es que colabore en tirar de la manta y que se desvele la porquería que ha generado principalmente el desmán urbanístico.

Por lo pronto, aunque no parece que con mucha pertinencia, pero sí oportunismo, el vicesecretario regional del partido conservador, Ricardo Costa, ha reclamado más diligencia por parte del fiscal anticorrupción para que se investiguen las vagas acusaciones efectuadas en la capital de la Vega Baja por un ex militante del PSPV-PSOE contra el actual líder de este partido, Joan Ignasi Pla, acerca de la financiación irregular del mismo. Pues nada, que se investigue si hay fundamento para ello y no es una treta para distraer la atención que suscitan otras trapisondas escandalosas y abundantes del suyo, el PP, que ya están en trámite judicial o expuestas a la vergüenza pública.

Sobre este mismo asunto, una llamada Asociación Profesional de Abogados y Juristas, ha terciado mediante una denuncia ante el Tribunal Superior de Justicia de la CV por los posibles delitos de prevaricación, cohecho, tráfico de influencias y la mentada financiación ilegal. Debemos imaginar que este cualificado colectivo, que declara tomar la iniciativa por imperativos cívicos, cuenta con datos e indicios de más cuajo que los sugeridos por el referido vicesecretario, basados únicamente en noticias no contrastadas y rumores. Hemos de suponer, asimismo, que esta plataforma de letrados se ha personado en algunos de los más sonados entuertos y sospechosos enriquecimientos que jalonan a lo largo del país la gestión del PP indígena. ¿O va a ser que no?

Resulta obvio que la judicialización de la vida política no es a menudo otra cosa que una manera de saturar más si cabe a los tribunales y desactivar los problemas a fuer de aplazar las resoluciones. Pero hay que rendirse a la evidencia de que la fiscalización partidaria -de los dos grandes partidos, especialmente- es inoperante, pues ambos están con frecuencia implicados en los mismos delitos, y que sólo pueden restaurar la confianza del vecindario episodios como la Operación malaya que se lleva a cabo en Marbella y ha metido en la trena, de momento, a una decena de personajes. Si bien el mentado vicesecretario y la referida asociación han demorado su irrupción justiciera, habremos de darles la bienvenida si coadyuvan a airear los trapos sucios y punir el prolongado desafuero que envilece a tantas corporaciones municipales a propósito del urbanismo.

Por lo pronto ya es confortante que el PSPV se haya sacudido el autismo y responda como partido de la oposición, liberado -presuntamente- de hipotecas. Si hay que denunciar algo que se haga, pero sin marear la perdiz, ha venido a decir su portavoz adjunto en las Cortes, el desinhibido Andrés Perelló. Sabe que su tejado partidario es de vidrio y que sus gentes no son ajenas a las codicias y venalidades al uso, pero que puede resistir y ganar la confrontación con el partido del gobierno. Y no porque los socialistas hayan sido más éticos o estrictos, sino porque, posiblemente, han dispuesto de menos tentaciones.

Y para rematar el desafío, el mismo portavoz le ha metido un rejón de muerte a la televisión autonómica, señalando por una vez -que recordemos- a quienes mandan y también a quienes obedecen, los periodistas que, todos a una, manipulan. De "canallas mediáticos" los ha reputado por los silencios, cuando no tergiversaciones -añadimos nosotros-, en torno a lo que pasa. Un precedente que no será, o eso esperamos, un "juego" o "película" que el portavoz se monta como ese seudoliberal orcelitano, citado más arriba.

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