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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

De profesión, revolucionaria

María Pantoja, 'número tres' del grupo guerrillero peruano Sendero Luminoso, relata su vida desde la cárcel donde espera sentencia

María Pantoja es la número tres de Sendero Luminoso, el principal grupo guerrillero de Perú. Va por detrás del máximo dirigente y fundador de la organización, Abimael Guzmán, el presidente Gonzalo, y de su esposa, la profesora Elena Iparraguirre. Al observarla caminar por el patio de la cárcel de mujeres de Chorrillos, en Lima, se percibe su ascendente sobre las otras 63 reclusas políticas. Es día de visitas y a ambos lados del único espacio abierto del pabellón B hay mesas y bancos de madera donde las prisioneras charlan con sus padres, sus hijos y otros familiares y amigos.

Por encima de todo, entretenidas o nostálgicas, las reclusas están atentas al menor gesto, a la mínima necesidad de Pantoja mientras camina de un lado a otro del patio, topándose una y otra vez con las paredes de color amarillo de más de cinco metros de altura que sólo permiten ver el cielo. La camarada Marcela, que ronda los 50, ya ha pasado unos 12 años entre rejas de distintos centros. Al principio, la líder senderista es muy reacia a hablar de sí misma, de quién era antes de unirse al Partido Comunista Peruano-Sendero Luminoso (PCP-SL), la rama maoísta que se había formado en 1960 y que propiciaba la lucha armada como único camino para conquistar el poder y establecer un régimen comunista.

"Soy una revolucionaria, le he dado mi vida a la revolución. No tengo familia propia ni tengo hijos", se define. Cuenta que se unió a Sendero cuando era estudiante en la Universidad hace más de 25 años, poco antes de que Abimael Guzmán escogiera la víspera de las elecciones presidenciales de 1980 para dar comienzo en una pequeña localidad de Ayacucho a una lucha armada que duraría más de dos décadas y dejaría casi 70.000 víctimas (13.000 documentados), según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación Nacional. El 54% de esas personas murieron a manos de Sendero, según la misma fuente.

Ella y el resto de los 16 miembros de la cúpula senderista están a medio camino de un proceso judicial por terrorismo que comenzó en septiembre pasado y cuyo desenlace se prevé para junio. La sentencia civil, que reemplazará a una militar declara inconstitucional, se prevé dura. Hace una semana, en un proceso similar, el jefe de la cúpula del segundo grupo guerrillero del país, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), fue condenado a 32 años de prisión. Si se tienen en cuenta los que ya ha cumplido, no saldrá hasta 2023.

Si el tribunal los considera terroristas y no insurgentes como sucedió en el caso del MRTA, y condena a los jefes de Sendero a penas similares, Pantoja podría morir en prisión. Si le aterra la idea, no lo demuestra. No duda. Dice que está allí "por luchar en lo que cree". Hace un silencio y recuerda: "Nací en un pequeño pueblo de la región de Ancash, al norte de Lima. Soy la quinta de ocho hermanos que nada han tenido que ver con la lucha armada. Mi padre era contable y tenía unos terrenitos de labranza y mi madre cuidaba de nosotros. Tuvimos una buena educación, yo estudié en un colegio de monjas. Mis padres emigraron buscando siempre buenas escuelas para nosotros. Primero fuimos a Huari, capital de la región, después a la ciudad de Huaraz y luego a Lima, donde me gradué en Sociología".

No puede votar en las elecciones presidenciales del 9 de abril, pero si pudiese dice que lo haría en blanco. "Los políticos tradicionales peruanos son todos corruptos y han condenado al país a la pobreza extrema. En especial a las mujeres... Estamos ante la feminización de la miseria", reflexiona. Del emergente candidato nacionalista Ollanta Humala prefiere no pronunciarse. El ex teniente coronel estuvo destacado en 1992 en la zona del Alto Huallaga combatiendo a los grupos de Sendero que no se adhirieron al acuerdo de paz propuesto por Guzmán tras su captura el 12 de septiembre de ese año. Allí Humala presuntamente cometió una serie de abusos contra la población civil por los que ha sido denunciado.

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La líder senderista cree que la reciente victoria electoral de la ex guerrilla salvadoreña Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) en la alcaldía de San Salvador y el ascenso de Evo Morales en Bolivia demuestran que la lucha popular ha renacido y que se ha transformado en los movimientos sociales que se extienden por América Latina, especialmente en la zona andina. "¿Por qué no nos dejan ser un partido político? ¿Por qué nos temen?". Dice que si les permitiesen legalizarse como partido, sus compañeros del Alto Huallaga y de otras zonas donde aún están movilizados (un centenar de "soldados", según diversas fuentes), aceptarían un acuerdo para poner fin de una vez por todas a la lucha armada.

Los padres de María suelen visitarla. "Para ellos ha sido muy difícil y para mis hermanos también. No sólo porque han vivido hostigados por la policía y los militares, sino porque durante años ni siquiera podían verme". Hace apenas dos años que Pantoja fue trasladada a la prisión de Chorrillos, antes pasó por otros penales y alguna base militar. El que recuerda con horror es el de máxima seguridad de Yanamayo: "Está a 4.000 metros de altura en Puno y el trato era brutal". Luego pasó al de Aucallama, en Huaraz, y finalmente a Lima, donde la vida carcelaria ha mejorado un poco. Lo que sí denuncia es que Iparraguirre está incomunicada desde hace años y que "ese tratamiento viola las leyes internacionales".

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