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La ayuda marroquí hace caer el tráfico de hachís en el delta del Ebro

El delta del Ebro y sus tranquilas playas son uno de los principales puntos de entrada de hachís norteafricano en el sur de Europa, pero la Guardia Civil asegura que ha reducido el tráfico gracias a la colaboración de las autoridades marroquíes. Las cifras parecen confirmarlo, puesto que los decomisos de esta sustancia durante 2005 bajaron por primera vez en los últimos años. Sin embargo, el tráfico de hachís mediante lanchas ligeras de gran potencia que a menudo viajan sin escalas desde Marruecos hasta el litoral tarraconense continúa siendo la principal preocupación de la Subdelegación del Gobierno.

El año pasado, la Guardia Civil se incautó de 25 toneladas, frente a las casi 31 del año anterior. En el año 2003 fueron 11 toneladas; en 2002, 4,4, y en 2001 la cifra fue de 5,4 toneladas. "Estamos convencidos de que el control continuado en el delta ha hecho que este año haya menos entrada de drogas", dijo el subdelegado del Gobierno en Tarragona, Joan Maria Abelló.

El delta del Ebro, con playas deshabitadas y resguardadas, son desde hace años el punto preferido de desembarco de hachís de los traficantes. Desde finales de los noventa, Abelló admite que ha surgido una "preocupación" por el aumento del narcotráfico en la zona, cuyos métodos hacen imposible que la simple vigilancia policial habitual surja algún efecto. Los traficantes usan lanchas ligeras con dos, tres e incluso cuatro motores de gran potencia a bordo. No transportan grandes cantidades de hachís: entre dos y cuatro toneladas en cada viaje, que realizan sin escalas y repostando en el mar.

Abandonadas en la arena

La Guardia Civil no dispone de ningún vehículo marítimo que pueda seguir a estas lanchas de gran velocidad y que no es extraño que los narcotraficantes abandonen en la arena si tienen algún indicio de que han sido detectados. El negocio, para ellos, lo vale con creces. Los días con el mar revuelto y la nocturnidad también juegan a favor de los traficantes, que si superan el delta -un punto crítico de navegación por el peligro de embarrancar-, descargan la droga en la primera playa. En pocas horas, y con la ayuda de otras personas que les esperan para cargar con los fardos, el hachís ya viaja por carretera hacia el área metropolitana de Barcelona o el sur de Europa. Pese a que la colaboración de varias personas es necesaria para descargar la droga, la subdelegación no cree que exista una infraestructura local, aunque admite que hay "complicidades" en el territorio.

"A nadie se le ocurre que podamos blindar la costa", explica Abelló. La vigilancia policial marítima es mínima en Tarragona. Pero, pese a todo, el subdelegado asegura que en los últimos dos años ha habido "avances significativos" en la lucha contra el narcotráfico, no sólo de hachís, producto fundamentalmente de los avisos que da la policía marroquí.

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