Unidos por la misma inquietud
Tras más de 40 años de matrimonio, muchos septuagenarios han encontrado una razón más para seguir unidos a sus parejas: las listas de espera. "La verdad es que une mucho cuidar del otro. Y con tantos meses de espera, cada uno con sus pruebas pendientes, pues vamos pasando los días", bromea Manuel Martín Hernández.
Él tiene 70 años y una cita pendiente para el 22 de enero de 2007 para realizarse una electromiografía (prueba diagnóstica para ver el alcance de una lesión) en el hospital Doce de Octubre. Su esposa, Rosario Barbero Bermejo, de 68 años, deberá aguardar hasta el 16 de diciembre de este año para que le realicen la mamografía que a su marido le tiene "muy inquieto". "Mi mujer ya tuvo un tumor maligno en la vulva hace tres años, y una hermana suya murió precisamente de cáncer de mama. ¿Cree que es de recibo que nos tengan todo este año así?", se pregunta, ahora en tono muy serio.
El matrimonio formado por Felipe Gómez Teresa, de 74 años, y Juana Raquel Batista Sancho, de 67, se encuentra en la misma situación. "Hasta ahora he sido yo el que he estado esperando. Me acaban de hacer las pruebas después de cinco meses. Ahora toca esperar que a ella le toque el doppler [examen que utiliza ultrasonidos para estudiar el flujo de sangre en las arterias y venas grandes]", afirma Felipe. Su esposa sufrió un infarto cerebral en agosto. "Nos dijeron que ya nos llamarían y ya llevamos siete meses esperando", se lamenta.
La situación de Felipe no es mucho mejor. Hace siete años sufrió un infarto de miocardio que obligó a los médicos a someterle a una angioplastia -ensanchamiento mecánico de la arteria obstruida mediante un catéter- y a la implantación de un stent -pequeño cilindro que se coloca en el interior de la arteria para evitar que se vuelva a obstruir-. "En octubre el médico me mandó rápidamente a hacerme dos pruebas para descartar que mis arterias se estuvieran obstruyendo de nuevo: una ecografía y una ergometría. La primera me la hicieron el pasado día 10 y la segunda este jueves. Han sido cinco meses esperando, cada día preguntándome: '¿Y si me da el achuchón hoy?".
La electromiografía que espera Manuel Martín, "al menos", no pone "en riesgo" su vida. "Lo mío es que me caí en el ambulatorio y tuve una pequeña rotura de cúbito. Luego tuve demasiado tiempo la mano inmovilizada y el traumatólogo me dijo que se me habían unido dos tendones. Casi no puedo mover los dos dedos centrales de la mano izquierda. Se me duermen y me duelen", explica. "De esto no moriré, pero me quita horas de sueño y calidad de vida. A ver si alguien mete mano en la lista de espera y me arreglan la mía", concluye, también bromeando.
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