Decomisadas 31.000 pastillas de una nueva sustancia muy dañina para el consumidor
La policía detiene a 13 personas que distribuían la droga en discotecas y bares de copas
Los agentes de la Brigada Central de Estupefacientes han desmantelado una red formada por 13 personas que se dedicaban a vender y distribuir unas nuevas pastillas psicotrópicas en locales de ocio de la región. Están compuestas por M-CCP (metaclorofenilpiperazina), una sustancia que causa graves problemas, como brotes de violencia y envenenamiento, a los consumidores. La policía ha decomisado 31.000 comprimidos, siendo la primera vez que este tipo de droga es incautado en España y el mayor alijo de Europa. El supuesto cabecilla de la banda, Víctor Alfonso del Amo, de 27 años, tiene antecedentes policiales por riñas, lesiones y por tráfico de estupefacientes, según fuentes del caso.
La llamada Operación Biberón comenzó a principios del mes de marzo, cuando los agentes de la Sección Tercera de la Brigada Central de Estupefacientes detectaron que un grupo de narcotraficantes había adquirido un importante número de pastillas procedente de los países del este de Europa. Los comprimidos llevan troquelado un tiburón e iban a ser distribuidos por los bares de copas y discotecas de la región, según la Dirección General de la Policía.
Las investigaciones permitieron identificar a Víctor Alfonso del Amo, de 27 años, como supuesto jefe de la organización. Ésta disponía de un piso de seguridad, en la calle de Virgen del Sagrario, en el distrito madrileño de Ciudad Lineal. Allí acudían amigas y conocidas de la novia del presunto líder, J. A. N., de 23 años, para conseguir el estupefaciente y distribuirlo en discotecas. La novia trabaja en Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena). Otra de las arrestadas estaba empleada en un despacho de abogados laboralistas.
El primer detenido fue I.C. B., de 22 años, que acudió al domicilio y compró 1.000 pastillas. Su intención era venderlas en locales de ocio del sur de la región, en especial en la discoteca La Fabri, de Fuenlabrada, y en la zona de copas de Costa Polvoranca, en Alcorcón, según fuentes de la investigación.
Las pesquisas permitieron descubrir que los responsables de la banda tenían previsto realizar una entrega inmediata de 3.000 pastillas, por lo que se montó un dispositivo conjunto entre agentes del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil. Esto permitió abortar la entrega y decomisar, tras los registros domiciliarios, otros 27.000 comprimidos más.
Fuentes del caso calcularon que los comprimidos habrían alcanzado un valor de 300.000 euros. Cada pastilla suele ser vendida entre seis y 12 euros, en función de la disponibilidad, oferta y demanda, calidad y grado de pureza de la sustancia estupefaciente.
El grupo desarticulado traficaba con todo tipo de estupefacientes. Además, el líder de la red efectuaba supuestamente funciones de perista o receptador, por lo que adquiría todo tipo de material robado que luego se dedicaba a distribuir. Del Amo ya había sido detenido en otras ocasiones por su implicación en diferentes delitos. Era el encargado de almacenar y ocultar el estupefaciente, además de captar a los clientes. Siempre elegía como distribuidores a personas de entre 20 y 24 años, la mayoría mujeres, para que pasaran inadvertidas en el ambiente nocturno.
Los registros domiciliarios han permitido también la incautación de un kilo de hachís, de 30 gramos de una sustancia en polvo blanco, supuestamente, cocaína, de 17.605 euros en efectivo, una máquina de contar dinero, un televisor, un DVD, numerosas tarjetas telefónicas precintadas, gran cantidad de perfumes, cinco teléfonos móviles y una balanza. También fueron decomisados un Volkswagen Golf, un Ford Fiesta y otros dos turismos Mazda y BMW.
De los 13 detenidos, todos son de nacionalidad española, excepto uno que nació en la República Dominicana. Nueve pasaron a disposición judicial. El juez que instruye el caso ordenó el ingreso en prisión de siete de ellos, acusados de un delito contra la salud pública (tráfico de estupefacientes). Dos mujeres quedaron en libertad, según fuentes del caso.
Una droga que viene del Este
La policía española se ha enfrentado por primera vez a una sustancia de la que no existe casi literatura médica, pero está considerada muy peligrosa para la salud del ser humano.
Los análisis efectuados a las pastillas, que tienen la marca de un tiburón, por parte del laboratorio químico-toxicológico de la Comisaría General de Policía Científica han determinado que su principal componente es el M-CCP o metaclorofenilpiperazina.
A los consumidores, en general jóvenes que se divierten en locales nocturnos de ocio, se les presenta como éxtasis. Tienen el mismo formato, logotipos y color, pero se trata de una sustancia mucho más tóxica. Es un psicotrópico con efectos estimulantes y alucinógenos muy potentes, que pueden generar efectos secundarios como envenenamiento y brotes de violencia entre los usuarios, según fuentes de la Dirección General de la Policía.
Ha sido utilizada en ensayos clínicos que demuestran que crea un efecto similar a la borrachera entre las personas ex alcohólicas o que están dejando un consumo habitual de alcohol. También produce insomnio, uno de los efectos que más valoran los jóvenes al consumir estupefacientes, ya que les permite estar despiertos más tiempo y aguantar el ritmo de la movida nocturna.
Un informe de Europol -el organismo que coordina a las policías europeas- de finales del año pasado ya alertaba de que estaba siendo detectado un incremento de pastillas cuyo principio activo es metaclorofenilpiperazina.
Las primeras incautaciones fueron efectuadas en Finlandia, donde la policía logró decomisar 25.000 comprimidos de esta sustancia. Le siguieron Noruega y Alemania (10.000). Austria y Holanda, con 2.500, también han visto cómo comenzaba la circulación de esta peligrosa sustancia en forma de pastillas. La policía española tiene previsto solicitar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos internacionales incluyan al M-CCP como estupefaciente con graves consecuencias para la salud pública, según fuentes policiales.
Otro problema al que se enfrentan las autoridades policiales es determinar cuál es el origen de estas pastillas. Hasta la fecha, los comprimidos de éxtasis eran importados por vía aérea o por carretera desde Holanda gracias a la falta de controles aduaneros en el espacio Schengen.
En el caso de la metaclorofenilpiperazina, las primeras investigaciones apuntan a que procede de los países del Este europeo. El siguiente paso consistirá en desarticular en el lugar de origen los laboratorios, como única medida para acabar con este nuevo psicotrópico.
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