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La constructora del circo estable reparará a su costa 163 pisos

El alcalde firma la paz después de cuatro años con los vecinos afectados por las obras

Medio millar de residentes de la calle de José Antonio de Armona (Arganzuela) son los protagonistas de la primera batalla vecinal ganada al Ayuntamiento. Después de cuatro años denunciando los daños que las obras de construcción del circo estable habían producido en 163 viviendas y 11 locales, el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, les dio ayer la razón: los vecinos serán realojados mientras sus casas son reparadas. Todo a cargo de la empresa que construye el circo: FCC. El dinero gastado en estos años por los residentes para pagar obras de urgencia y abogados -unos 500.000 euros- no les será devuelto.

"No hay un único culpable, sino varios factores combinados. Pero una cosa siempre ha estado clara: ustedes, los vecinos, no tenían ninguna culpa", dijo el alcalde a la treintena de residentes -la mayoría pensionistas- que, encabezados por los cinco presidentes de las comunidades de vecinos, acudieron ayer a la sede de la Empresa Municipal de la Vivienda para firmar la paz con el Ayuntamiento. Las palabras de Ruiz-Gallardón hicieron llorar de emoción a más de uno. "Durante años nos dijeron que el problema era nuestro porque las viviendas estaban mal hechas. Cuando he oído al alcalde reconocer que la culpa no era nuestra, se me han saltado las lágrimas", contaba Lola Yáñez.

El acuerdo pone punto final al expediente de responsabilidad patrimonial que la Concejalía de Urbanismo inició en noviembre de 2004, a instancias del Defensor del Pueblo, para estudiar si las obras de construcción del futuro circo estable en la ronda de Atocha habían provocado daños en cinco edificios: los números 4, 6, 8, 10 y 12 de la calle de José Antonio de Armona, que suman 163 viviendas y 11 locales comerciales. A esas alturas los residentes llevaban dos años y medio protestando: aseguraban que las obras, iniciadas en 2002 bajo mandato de José María Álvarez del Manzano y ejecutadas por la empresa FCC, habían provocado grietas en las paredes e, incluso, el desplome de algún muro.

El expediente municipal, base del convenio que Ruiz-Gallardón y los vecinos firmaron ayer, concluye que los "factores combinados" que causaron las grietas son dos: las casas, construidas en 1928, tenían unos cimientos muy deficientes (de menos de dos metros de profundidad) en un terreno blando; de hecho, tres de los cinco inmuebles no habían pasado la inspección técnica de edificios (ITE) cuando comenzaron los problemas. Y, por otra parte, se ha comprobado una "conexión objetiva entre la evolución del deterioro de estos edificios y el proceso de construcción del circo estable en la parcela colindante", reza el informe.

Realojos

La solución lograda es la siguiente: FCC, adjudicataria en 2001 del proyecto y las obras del circo, pagará la reparación de los daños -hay que recimentar todos los bloques-, el realojo temporal de los vecinos y las indemnizaciones por lucro cesante a los 11 locales. Las obras comenzarán en mayo y durarán "entre 12 y 18 meses", explicó Francisco Panadero, coordinador de Proyectos de la concejalía. Un portavoz de FCC afirmó que, aunque la empresa considera que no tiene "ninguna culpa", ha aceptado asumir la reparación de los daños para "evitar un proceso largo, perjudicial para todos".

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El medio millón de euros que los residentes dicen haber gastado en estos cuatro años -sobre todo los de los números 10 y 12, los más afectados- para apuntalar muros y pagar abogados no les será devuelto. "Eso lo damos por perdido. Pero estamos satisfechos. Al menos se ha acabado el calvario", suspiraba ayer Milagros Aparicio, presidenta de la comunidad de vecinos del número 12.

Gallardón: "Me quieren jubilar, pero yo no me dejo"

Políticos y vecinos dejaron los bolígrafos sobre la mesa. El alcalde dijo "bien está lo que bien acaba", y Milagros y Lola, del 12 de la calle de José Antonio de Armona, se fundieron en un abrazo y en un llanto de cuatro años. Alguien descorchó una botella de cava. "¡Venga, a brindar!", exclamó Ruiz-Gallardón. Casi todos lo hicieron. "A mí no, gracias, que me da gases", se excusó una señora, y sacó su botellita de agua.

La batalla del circo estable concluyó ayer con la firma de la paz en un acto en el que Ruiz-Gallardón puso las palabras solemnes: "Ustedes han cumplido con su obligación. Llevan tres años demandando algo a lo que tenían derecho. Les pido disculpas porque la solución ha tardado en llegar, pero de verdad que no se podía hacer de otra manera", afirmó, antes de dar la receta para próximos conflictos: "Madrid tiene muchos problemas, y la solución siempre se alcanza con diálogo".

Después, ya con el vino espumoso en la mano, el regidor fue rodeado por los vecinos. "Anda, que lo que nos ha hecho sufrir el circo este... Es que, alcalde, meter un circo en el centro de la ciudad teniendo una Casa de Campo tan amplia...", decía Gloria Sacristán, ya cansada de tanta lucha. "Pero si es usted de mi quinta", replicó Gallardón. "¡Huy, ojalá! ¡Le daría un beso por decir eso! ¡Yo estoy ya jubilada!", se sonrojó ella. Y el alcalde zanjó: "Bueno, a mí me quieren jubilar, ¡pero yo no me dejo!". Alfonso, también pensionista, bromeaba: "Estábamos deseando quitar las pancartas de protesta de las ventanas. Pero a lo mejor debemos guardarlas dobladitas en un armario. Por si el Ayuntamiento no cumple...".

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