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Reportaje:

Viaje al corazón del volcán

Islandia perfora hasta los 5.000 metros un volcán activo para usar la energía del magma

Gudmundur Ómar Fridleifsson es un científico obsesionado con el volcán de Reykjanes. Hace 20 años, este geólogo bajó un termómetro a un géiser de este paraje volcánico de Islandia. "El termómetro se fundió. Estaba preparado para resistir los 380 grados centígrados, pero cuando lo subimos, quedó literalmente fundido. La temperatura había superado los 400 grados", explica.

Desde entonces, y abrumado por el descubrimiento, se empeñó en perforar el volcán. Ómar no olvidó el termómetro derretido e impulsó lo que hoy se conoce como el Proyecto Islandés de Perforación Profunda (IDDP, en sus siglas en inglés).

El principal objetivo del organismo es tan literario como ambicioso: perforar un volcán para utilizar su energía. La teoría es sencilla, la práctica un reto único en busca de energía limpia. "Bajo tierra hay enormes cantidades de energía y podemos utilizarla", explica Ómar por teléfono a EL PAÍS. La energía obtenida así se conoce como geotérmica y es frecuente en Islandia -el 90% de las casas se calientan con este sistema- aunque en España su uso está restringido a algunos balnearios.

Los científicos analizan el suelo de Canarias para aplicar la técnica islandesa
El objetivo es transformar el masivo chorro de vapor en electricidad

Lo extraordinario del empeño de Ómar y su equipo es que pretenden llegar a los 5.000 metros de profundidad, aunque para buscar la energía geotérmica rara vez se superan los 2.000 metros. La perforación comenzó en 2004 sobre el suelo de Reykjanes. La zona, al suroeste de Islandia parece un desierto lunar. El contacto de la lava con el mar formó un paraje escarpado de rocas negras. Hasta el momento, el pozo llega a los 3.082 metros.

"En 2006 esperamos llegar a los 4.000 metros y después a los 5.000", añade Ómar. La cifra de los cinco kilómetros no es caprichosa, como explica Ómar: "A esa temperatura, producida por las intrusiones del magma, creemos que podemos hallar agua en estado supercrítico".

El estado supercrítico se alcanza cuando un fluido, en este caso el agua, se ve sometida a una presión y temperatura enormes, muy por encima de su temperatura de ebullición y de la máxima presión. En este estado, el agua no es ni líquido ni gas, sino una mezcla de ambos estados con propiedades intermedias. A semejante presión, el agua hierve muy por encima de los 100 grados, igual que a baja presión -por ejemplo a mucha altura- el agua hierve con menos temperatura.

"A esa profundidad y sobre todo gracias a la presión, creemos que hay agua supercrítica, que almacena gran cantidad de energía", explica el científico. Una vez allí, al pinchar con el pozo, el agua supercrítica debe de comenzar a subir a gran velocidad. Una turbina en la superficie terrestre puede canalizar esa energía y convertirla en electricidad.

"En ningún lugar del mundo se han llegado a usar un fluido supercrítico como fuente de energía", añade Ómar, quien señala que la mayoría de los usos están restringidos al laboratorio. El proyecto permitiría obtener 10 veces más energía que cualquier planta geotérmica que exista. Actualmente las casas de Islandia se calientan con vapor obtenido a no más de 1.000 metros de profundidad y con una temperatura de 240 grados centígrados.

En el proyecto participan las tres principales empresas eléctricas de Islandia, y colaboran la ONU y una decena de países (entre ellos EE UU, Alemania, Austria o Nueva Zelanda) que observan con atención por si pudieran utilizarlo y que colaboran en la financiación de los 20 millones de dólares presupuestados (16,55 millones de euros).

Islandia es el lugar perfecto para el experimento porque una cordillera de volcanes más o menos activos cruza la isla, que está salpicada de géiseres. La cordillera de volcanes cruza el Atlántico en longitud como una costura. El volcán Reykjanes

está activo, pero eso no significa que esté en erupción. De hecho, la última vez que lanzó lava fue en el siglo XIII, pero puede haber una nueva explosión en cualquier momento.

El aprovechamiento del calor de la Tierra para producir energía es conocido desde hace milenios. Los ciudadanos de Pompeya utilizaban la energía del volcán del Vesubio para calentar sus termas.

La ventaja de este proyecto es que la energía obtenida es renovable. El agua que caliente el volcán hasta el estado supercrítico llega allí por infiltraciones desde la superficie terrestre. Una vez que la energía se convierte en electricidad, el agua sigue fluyendo hacia el subsuelo, llega de nuevo a sufrir altas temperaturas y presiones y puede volver a ser utilizada.

En España, explica Ómar existe un proyecto de colaboración con científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para ver si la tecnología de alcanzar los fluidos supercríticos y obtener energía de ellos es aplicable en Canarias, según detalla Ómar.

Otra de las aplicaciones del proyecto es el desarrollo de tecnología de perforación a temperaturas tan altas, según Ómar:. "Existen pozos más profundos, alguno de incluso 12 kilómetros, pero ninguno en un volcán activo, lo que nos está obligando al estudio sobre cómo se comportan los materiales". Debido a las condiciones tan extremas, la perforación avanza en etapas, más lento de lo que sería un pozo normal. Pero, ¿quién dijo que el viaje al centro de un volcán fuese un pozo normal?

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