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El futuro de Euskadi Comunicado de las víctimas

Los presos etarras agotan sus llamadas telefónicas y piden más prensa tras el alto el fuego

Luis Gómez

La declaración de alto el fuego permanente por parte de ETA ha sido acogida con mucha cautela en el interior de las cárceles por parte de los presos etarras. No se han observado reacciones colectivas ni manifestaciones públicas que hayan roto la calma en la que se mueve la rutina de los reclusos. Las informaciones que proceden de las prisiones son muy escuetas y los expertos concluyen que habrá que esperar a que transcurra este primer fin de semana, cuando la mayoría de los penados reciben la visita de sus familiares, para ir evaluando cómo ha sentado la tregua en el ánimo de los presos. Lo que sí se ha observado es que tras el anuncio de ETA los presos de la banda han agotado su cupo de llamadas telefónicas al exterior y han solicitado más prensa para estar mejor informados.

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A día de hoy, son 495 los presos etarras, 416 hombres y 79 mujeres, de los cuales 343 tienen una condena firme y 152 están en calidad de preventivos (pendientes de juicio o de resolución de sus recursos). Todos están repartidos por cárceles dispersas a lo largo de todo el territorio nacional. Por su condición de terroristas, los etarras tienen sus comunicaciones intervenidas, situación en la que también se encuentran los islamistas recluidos.

Vigilancia especial

Esta vigilancia especial permite evaluar cuál es su reacción ante las noticias que proceden del exterior, como es el caso de una declaración de alto el fuego. En este sentido, las informaciones procedentes de las cárceles coinciden en un detalle: los presos agotaron rápidamente el cupo de que disponen para hacer llamadas telefónicas. Estos presos disponen de la posibilidad de efectuar cinco llamadas de cinco minutos a lo largo de cada semana, llamadas que pueden consumir a su albedrío en un momento dado, pero nunca podrán hacer una comunicación que exceda del total de 25 minutos. Nada más conocerse la noticia, los presos sí reaccionaron poniéndose en comunicación con sus familiares. Prácticamente, agotaron su cupo de llamadas disponible en esta semana.

Ésa ha sido la reacción más visible observada hasta el momento porque su comportamiento no ha roto la normalidad. Si acaso, se ha observado que algunos presos han prestado más atención a los noticieros de la televisión y que han consumido más lectura de periódicos. Los detalles son mínimos: en la cárcel de Aranjuez, un par de presos etarras se fundieron en un abrazo en uno de los pasillos. No se han detectado cánticos, ni manifestaciones más expresivas. Todavía es pronto, según los expertos, para valorar cuál es su estado de ánimo y qué opinión manifiestan respecto del alto el fuego. Creen que, con el paso del fin de semana y la comunicación personal con sus familiares, habrá más información para interpretar su reacción.

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