"Ni tenemos el sexo en paz ni hablamos en paz del sexo"
A Charo López (Salamanca, 1943) le han pedido que retomara Tengamos el sexo en paz, obra del premio Nobel Dario Fo y la actriz Franca Rame. Fue hace 10 años uno de los grandes éxitos de su carrera teatral, con el director José Carlos Plaza. No se ha hecho de rogar, entre otras cosas porque este espectáculo lo asocia a una época feliz como actriz: "Además, recupero a Plaza, algo que me estimula. Es tener un cómplice cercano y este proyecto me compensa por el simple hecho de trabajar con este señor que sabe tantísimo de teatro". Así, mañana inicia las representaciones en el teatro Infanta Isabel de Madrid, corroborando que son casi tres lustros los que lleva entregada con entusiasmo a la escena, lo que compagina con las ofertas de cine que le interesan.
La obra está inspirada en el libro El zen o el arte de follar, de Jacopo Fo, hijo de los autores. "La gran metáfora que ofrece es muy simple: tener buenas relaciones sexuales es sano y fundamental; es una perogrullada, pero aún es necesaria una obra como ésta, didáctica y que habla desde el punto de vista femenino".
Tengamos el sexo en paz trata de analizar y responder preguntas que la gente se hace sobre el sexo. Y lo hace desdramatizando y desmitificando. "Es una desternillante experiencia, además de una reflexión y una crítica hacia la sociedad más conservadora y puritana", dicen actriz y director de esta lúcida revisión sobre tópicos y tabúes en torno al sexo.
La única actriz en escena afirma que el montaje no es exactamente un monólogo: "Si el público no colabora conmigo no puedo seguir, si les da la risa me contagio, su actitud cambia la mía". Ella es una conferenciante disparatada, excesiva, divertida. "En escena estoy en carne viva, pero lo fundamental es que me lo paso muy bien, me río mucho, sobre todo con las espectadoras".
Y es que, según cuenta la actriz, las mujeres se integran desde el primer momento y se convierten en sus cómplices, mientras que ellos tardan algo más: "En los últimos 10 años no ha cambiado lo más mínimo la situación de hombres y mujeres en lo concerniente al tema del espectáculo, por lo que ni tenemos el sexo en paz, ni podemos hablar en paz del sexo". Se queda pensando unos segundos y con gesto que puede entrañar dudas dice: "Si hubiéramos resuelto el tema no habría tantas mujeres asesinadas, y aunque las causas profundas de por qué ocurre no las sabemos, en el fondo siempre encontramos una relación sexual".
También sabe que la sociedad ha evolucionado en la última década. De hecho, la traductora de la obra, Carla Matteini, gran experta en Dario Fo, ha trabajado codo con codo con el escritor italiano para adecuar el texto a lo que pasa en 2006. Plaza, que apenas ha retocado la puesta en escena, afirma que este texto está hecho "con inteligencia, sensibilidad y grandeza, y es muy necesario en estos tiempos en los que se ha dado en nuestra sociedad una regresión en cuestión de sexo".
Charo López recuerda a sus exultantes 62 años las difíciles relaciones con el sexo de las mujeres de su generación: "En la preadolescencia era algo íntimo y profundo que no se podía mostrar ni hablar de ello; después estaba el miedo al embarazo; más tarde aparece una pastilla que nos hinchaba o el DIU, que dolía muchísimo, y cuando empezábamos a ser más libres llega el sida... El sexo para nosotras siempre ha ido asociado al miedo y nuestras renuncias han sido mayores que las de ellos", comenta esta mujer, que además sostiene que su generación llegó al sexo "tarde y con una grandísima represión".
Su formación ha sido la de una niña de colegio de monjas de Salamanca. Pero en la juventud ha sido alumna de grandes pensadores como Zamora Vicente, Lázaro Carreter, Tierno Galván, Dámaso Alonso, Miguel Artola, César de la Riva o Torrente Ballester: "Ahora veo lo poco consciente que era de aquel grandísimo privilegio; además, éramos muy pocos alumnos y era como tener tutores personales".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.