Falta orden en la gestión del agua
Expertos, agricultores, consumidores y ecologistas piden medidas para un uso eficiente
La Comunidad Valenciana avanza en la modernización de regadíos, la depuración y la reutilización de aguas, pero la lista de asignaturas pendientes aún es muy larga. La demanda no para de crecer, especialmente en el abastecimiento urbano, y los recursos disponibles se revelan insuficientes. Expertos de la universidad, agricultores, ecologistas y consumidores destacan con ocasión del Día Mundial del Agua la necesidad de cambios en la gestión hídrica que permitan ahorros, un uso eficiente y ordenado de todos los recursos. Los empresarios piden un pacto para trasvasar agua.
"Los consumidores cada vez están más concienciados de que el agua es limitada"
¿Cuáles son las principales carencias de la gestión hídrica?, ¿quién y dónde se malgasta agua?, ¿cuáles son las actuaciones prioritarias para un uso racional de los recursos? Para Enrique Cabrera, catedrático de Mecánica de Fluidos en la Universidad Politécnica de Valencia, estas preguntas se resumen en una sola respuesta: "Hay un déficit clarísimo de gestión". Para empezar, "no existe una contabilidad del agua", un registro de datos fiables sobre todos los consumos y recursos. Por ello, a menudo se habla de escasez "sin saber en qué se ha gastado el recurso", y "no se constata el buen o mal uso". Cabrera incide en la necesidad de un "cambio radical de la política promotora de obras a una política gestora del agua", ajustada a los escenarios del siglo XXI, lo que implica, entre otras medidas, poner "precio real" al agua, nuevos planteamientos en la Administración, y control de los recursos.
"Se planifica sin contar con datos rigurosos de los recursos", por ejemplo, del consumo de aguas subterráneas y de "cuántas extracciones ilegales existen", apunta William Colom, de Acció Ecologista-Agró. "Se malgasta agua cuando se planifican crecimientos insostenibles obviando recursos o confiando en que llegarán de fuera" mediante trasvases, o "cuando se limpian calles o coches con agua perfectamente potable", afirma Colom.
Con matices, Daniel Prats, director del Instituto del Agua y Ciencias Ambientales de la Universidad de Alicante, coincide en que "es necesario regular el crecimiento" de la demanda porque "cada sector apuesta al máximo y pide el máximo sin tener en cuenta al resto" en una autonomía "muy dinámica". Al mismo tiempo, Prats defiende que no se malgasta agua porque "hay una amplísima trayectoria de reutilización y búsqueda de recursos", si bien cabe una mayor renovación en infraestructuras agrarias para ganar el agua "que ahora se pierde en canalizaciones o embalses antiguos", además de la necesaria modernización del regadío, donde son posibles "ahorros del 50%". La Administración debe regular la reutilización de aguas depuradas y exigir que los nuevos crecimientos urbanísticos garanticen que tienen recursos suficientes, añade Prats.
Y ajustar el precio del agua a su coste real. Lo exige la directiva europea del agua y "es fundamental" en una nueva gestión "eficiente" de los recursos hídricos que pasa también inevitablemente por la renovación de conducciones que pierden agua, el aprovechamiento de caudales que acaban en el mar y pueden ser reutilizados, y la modernización del regadío, abunda Emèrit Bono, catedrático de Política Económica de la Universitat de València. Aún se "despilfarra" en la agricultura por infraestructuras obsoletas y en la ciudad, por las fugas en canalizaciones, afirma Bono, quien ve en la desalación "un nicho potente" de recursos.
Más agua, sí, pero ¿para qué?, pregunta Carlos Arribas, portavoz de Ecologistas en Acción. Subraya que "hay que arbitrar medidas" para que el agua desalada, por ejemplo, no implique un apoyo a un crecimiento urbanístico desenfrenado, sino una oportunidad para ajustar demandas y recuperar acuíferos sobreexplotados. El ecologista critica también que faltan proyectos de reutilización de aguas depuradas que acaban en el mar, o ayudas para mejorar el ahorro doméstico, como sí se llevan a cabo en Zaragoza y Barcelona.
Una idea en la que insiste Ana Erce, secretaria general de la Unión de Consumidores de la Comunidad Valenciana-UCE. A los consumidores, "cada vez más concienciados de que el agua es un recurso limitado", van dirigidas campañas de ahorro en las que "parecen culpables" de derroches, mientras "la Administración no da ejemplo y riega o limpia sin control". Además, si se exigen ahorros justificados en agua y energía, "también hay que exigirlas a los constructores" para que las incorporen en las viviendas, con grifos y cañerías de calidad, entre otros aspectos.
"Las empresas valencianas están realizando un gran esfuerzo en la mejora de los procesos productivos para el ahorro del consumo de agua", defiende en una respuesta escrita José Vicente González, presidente de la CEV. "Es urgente que se garantice el abastecimiento en cantidad y calidad suficientes para todos los usos, urbano, industrial, agrícola y ocio", dice González, que pide "un gran pacto nacional que haga posible la interconexión de todas las cuencas" hidrográficas como solución.
Hacia la racionalización en el consumo agrícola
La agricultura consume en torno al 78% de los recursos hídricos y hacia el campo se dirigen muchas miradas al pedir ahorros y eficiencia, aunque informes sobre el territorio de la Confederación Hidrográfica del Júcar advierten de que en los últimos años "la demanda urbana ha aumentado muy significativamente".
Los dirigentes de las organizaciones agrarias admiten que hay mucho por hacer, pero también exigen inversiones que secunden un uso más racional del agua en el campo. Y colaboración entre administraciones para adelantar la modernización en el riego, sin guerras políticas del agua.
Así, para Joan Brusca, secretario general de la Unió de Llauradors-COAG, "el principal problema es una mala gestión" en el sentido de que las políticas dirigidas al ahorro, a la modernización y los compromisos adquiridos para impulsarla, así como la depuración y reutilización, "han brillado por su ausencia". El campo necesita agua de calidad y eficiencia para "garantizar los usos ligados a la defensa del medio ambiente y el mantenimiento de la población en el medio rural", señala. "Siempre se dice que la agricultura es la que más gasta", añade el dirigente de la Unió, "cuando la superficie de regadío disminuye y en los últimos años los agricultores han hecho un gran esfuerzo en modernización". A juicio de Brusca, la racionalización también exige "mayor control sobre los derechos de uso" y de los pozos, así como de las transformaciones de secano a regadío, "que se saldan con una simple multa".
El presidente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), Cristóbal Aguado, considera que "la gestión hídrica ha mejorado mucho en los últimos años, aunque aún le queda camino". La falta de agua "obliga a buscar nuevas formas de gestión, mejores infraestructuras, regular aguas puntuales que van al mar...", afirma Aguado. Al ahorro hay que darle otra vuelta de tuerca, la modernización "debe hacerse con la máxima rapidez", con la Administración e inversión propia de los agricultores. "Hay que reivindicar un uso inteligente del agua", una gestión "integral de recursos" que no descarte los trasvases. Y control de los acuíferos. "Todas las aguas deben tener contador", concluye.
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