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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bronca catalana

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ya ha comunicado que votará contra el proyecto de nuevo Estatuto catalán, hoy en la Comisión Constitucional del Congreso y el día 30 en el pleno de la Cámara. Pero quiere hacer compatible ese voto con su continuidad en el tripartito, lo que podría llevar al partido de Carod a propugnar el en el referéndum que habrá de ratificar la reforma. Entretanto, la bronca entre los principales artífices del Estatuto no ceja.

El penúltimo episodio ha tenido su origen en unas declaraciones del consejero de Gobernación, Joan Carretero, de ERC: Zapatero no sólo es un "españolista demagogo", sino el "principal culpable de este inmenso desastre" que es el Estatuto. Que eso lo diga un miembro del Tripartito, precisamente el encargado de organizar el referéndum, suena demasiado provocador, por lo que Maragall le ha pedido que lo retire o se "atenga a las consecuencias". La primera respuesta del consejero ha sido acogerse a la opinión del propio Maragall, que la semana pasada había declarado que el acuerdo Zapatero-Mas que dio lugar al Estatuto en su texto actual fue "forzado, dudoso y precipitado". Carretero ha terminado pidiendo disculpas con la boca pequeña y el presidente le ha retirado la responsabilidad sobre el referéndum, en un pasteleo que permite salvar los muebles de todos.

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Esquerra ha demostrado que tiene grandes dificultades para ser y comportarse como un partido de gobierno; continuamente pretende compensar su apoyo al PSOE en Madrid con actitudes y declaraciones de tono provocativo que acaban hartando a gran parte de la opinión pública española. Cuando las encuestas reflejaron esa realidad, CiU se presentó como alternativa moderada, y Zapatero vio la ocasión para sumar al principal partido nacionalista al consenso estatutario y librarse a la vez del lastre que suponía ERC. El problema es que así como ese cambio de aliado no tiene consecuencias graves en el Gobierno de Zapatero, sí puede tenerlas en el de Maragall: CiU es el principal partido de oposición, con más escaños que el PSC. De ahí el especial interés de Maragall en mantener la alianza con Esquerra, lo que en la práctica significa convencerla para que reconsidere su rechazo al Estatuto.

Pero ERC había ido muy lejos por esta vía, incluyendo su liderazgo de la manifestación soberanista del 18 de febrero. Seguramente ya lo tenían decidido, pero la reticencia de Maragall hacia la forma en que se ha gestado el acuerdo les ha dado ocasión para agarrarse a una última posibilidad: mantener el rechazo del Estatuto en Madrid, como quieren las bases, y poder seguir en el Govern, como quiere Maragall; aunque para ello tengan que llamar a votar a favor en el referéndum.

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