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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Identidad digital

El ministro del Interior, José Antonio Alonso, entregó el pasado jueves a Ana Isabel Vicente, una ciudadana burgalesa, el primer documento nacional de identidad (DNI) electrónico. Ha sido el pistoletazo de salida para un servicio realmente transformador cuyo alcance y beneficios percibirán rápidamente los ciudadanos. Para cualquier gestión telemática, lo básico y previo es acreditar la identidad de quienes intervienen en la misma. El organismo o empresa que lo suministra ha de tener la garantía de que quien está al otro lado de una máquina remota es quien dice ser y viceversa. Esto lo solventa el DNI digital. Aunque este trámite telemático podía ya en parte resolverse por otros conductos, con el nuevo DNI, en 2008, todos los españoles podrán hacer uso del mismo.

La implantación popular de una tarjeta digital de identidad ha de empujar tanto los trámites a distancia con la Administración como el trato telemático entre particulares. El comercio electrónico se beneficiará muy pronto de este nuevo recurso y garantía. Pero no basta con que Interior distribuya el DNI digital. Deberá complementarse ahora con una política paralela que induzca a las administraciones a preparar la oferta de servicios remotos que han de afrontar dos tareas: aliviar las rutas burocráticas -no solicitar un dato que la propia Administración ya tiene por otros conductos- y estar preparada técnicamente para ofrecer pasarelas informáticas para que el ciudadano pueda hacer gestiones a distancia. No es fácil. La Administración fiscal y de la Seguridad Social está en la vanguardia mundial en este terreno, pero en otros ámbitos administrativos, que no son los recaudatorios, las cosas están mucho más atrasadas. El Gobierno ha prometido una ley de la administración electrónica que dará el "derecho" al ciudadano de relacionarse a distancia con la Administración. Es un compromiso necesario y es vital no defraudar las promesas hechas.

Otra batalla es la de las garantías de la privacidad. Aunque hay muchos más casos de fraude en la relación directa entre personas que en la comunicación digital, la desconfianza es grande. La normativa que garantiza el respeto a los datos personales es en sí clara y ha de convencerse al ciudadano de que se sancionará con severidad a quienes -personas, empresas o instituciones- incumplan los protocolos que lo sustentan. Las cautelas técnicas a tal efecto en el nuevo DNI están plenamente incorporadas, pero la confianza ha de ganarse día a día. El nuevo DNI es una apuesta importante que puede reportar muchos beneficios y comodidades al ciudadano.

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