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Los psiquiatras se enfrentan al reto de tratar a pacientes de otras culturas

"Yo sé lo que me pasa: estoy poseído por un djinn [espíritu maligno], desde que me caí en unos charcos en la playa de Tánger", relataba con convicción un chico magrebí de 23 años en Urgencias de Psiquiatría. El joven escuchaba voces que los demás no oían y sentía que le perseguían. "A mí me han traído aquí, pero la solución es que vaya a una mezquita y un sabio de allí me ayude", insistía el chico. "Si en ese momento un psiquiatra le dice que su explicación no tiene sentido, que lo que tiene es un brote psicótico y que lo único que le puede ayudar son unas pastillas, seguro que se produce una fractura en la comunicación y no sigue el tratamiento", explica Francisco Collazos, psiquiatra y coordinador del Programa de Psiquiatría Transcultural.

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De esta problemática trató el Primer simposio de psiquiatría transcultural: La salud mental en el paciente Magrebí, organizado recientemente por el servicio de Psiquiatría del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, en el que participaron más de 450 profesionales de España, Marruecos, Túnez, Francia y Bélgica.

La mayoría de la población magrebí que llega a España no sufre problemas psiquiátricos pero "a las personas que necesitan ayuda no se les puede ofrecer una atención menor por pertenecer a una categoría étnica minoritaria y este es un gran reto que tenemos", se dijo en las jornadas. Para que estos pacientes reciban una buena atención es preciso garantizar un conocimiento adecuado de su cultura, lo que exige dotar a los servicios asistenciales de mediadores culturales.

Síntomas psicosomáticos

En el caso del joven que quería ir a una mezquita, lo que hizo el psiquiatra fue tratar de aunar las dos perspectivas: escucharle con respeto y decirle que no tenía ningún inconveniente en que acudiera a la mezquita, pero que le recomendaba seguir el tratamiento que le indicaba porque tendría un alivio y se sentiría mucho mejor. El paciente siguió el tratamiento psicofarma-cológico y acudió a la mezquita. "Seguramente la evolución positiva del paciente se debió a la mezcla de las dos cosas".

Las variables culturales ni producen ni evitan una enfermedad, pero pueden condicionar el malestar del paciente, su vivencia, la expresión de los síntomas, la respuesta a los fármacos y el cumplimiento del tratamiento.

En los pacientes magrebíes se ha de tener en cuenta el gran peso que tiene la familia, las características genéticas que hacen que respondan mejor o peor a los psicofármacos, la posibilidad de que aparezcan en el discurso elementos relacionados con la magia (hechizos, mal de ojo), y la tendencia a presentar sintomatología psicosomática (cefaleas, trastornos digestivos, genitourinarios) más que gran desesperanza, baja autoestima o culpa. Esta sintomatología suele tapar un fondo depresivo y/o ansioso, debido a menudo al esfuerzo adaptativo que realizan y a las dificultades sociales con las que se encuentran.

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