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Muerte del ex dictador serbio

Los seguidores del ex presidente amenazan con una crisis si no se le entierra en Serbia

Socialistas y radicales tratan de convertir las exequias en una manifestación ultranacionalista

Guillermo Altares

Como en una comedia negra digna de Emir Kusturica, el cadáver del ex presidente serbio Slobodan Milosevic esperaba ayer en la morgue de la prisión de La Haya para ser recogido por su hijo -su viuda no puede ir porque sería detenida- y partir después hacia Belgrado o Moscú. El Partido Socialista de Serbia (PSS) ha amenazado con hacer caer el Gobierno si el ex dictador no es enterrado con honores en su país. La presidencia ha reiterado que un sepelio oficial no tendrá lugar bajo ningún concepto, aunque no se opondrá a que se le entierre en Serbia.

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La viuda de Milosevic, Mira Markovic, su novia de juventud a la que conoció en 1958 y de la que sólo se separó cuando fue enviado a La Haya en 2001, vive en Rusia y tiene pendiente una orden de detención por abuso de poder, aunque su abogado ha pedido al juzgado que sea retirada para que pueda asistir al entierro si se celebra en Serbia. "Todo depende de la orden de arresto. Si pudiese elegir, quisiera que fuese sepultado en Pozarevac", su ciudad natal, declaró Markovic al diario Vercernje Nosvosti.

Su hijo Marko, que vive en Moscú, puede regresar a su país, mientras que su hija María reside en Montenegro. Ambos han manifestado que no quieren volver a residir en Serbia. Anoche, la mayoría de los medios serbios apostaban por un entierro en Belgrado con la presencia de la familia gracias a algún tipo de triquiñuela jurídica, aunque se tratará de una ceremonia privada.

"Milosevic tenía un don para complicarlo todo y parece que su muerte tampoco hace más sencillas las cosas", explica en Belgrado, que padece una intensa nevada, el analista político Ljubomir Ziukov. "¿Dónde va a ser el entierro, en Belgrado, en su ciudad natal en Montenegro, de donde proceden sus antepasados, o en Moscú? ¿Podrá asistir la familia? ¿Quién lo va a organizar, la familia, su partido o el Estado? ¿Si lo organiza el Gobierno, qué autoridades asistirán? Si es un entierro religioso, ¿quién lo oficiará?", agrega Ziukov, que colabora con la emisora independiente B-92.

La complejidad que rodea el momento final del personaje que incendió los Balcanes no es más que un reflejo de la enrevesada vida política serbia, que tiene enormes dificultades para dejar atrás el lastre de su pasado. El Gobierno nacionalista moderado de Vojislav Kostunica depende del apoyo parlamentario tanto de los socialistas de Milosevic como de los ultranacionalistas del Partido Radical Serbio (SRS), cuyo líder, Vojislav Seselj, se encuentra en La Haya acusado de crímenes contra la humanidad.

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Ambos pretenden rentabilizar políticamente el entierro, mientras que Kostunica se encuentra atrapado entre dos fuegos. Un portavoz de su partido explicó anoche que todo está en manos de la justicia, tratando de quitar hierro al asunto. El presidente de Serbia, Borís Tadic, un reformista proeuropeo, dejó claro que no tolerará funerales de Estado para Milosevic. "Es una posición que no ha cambiado ni cambiará", explicaban anoche fuentes de la presidencia. No obstante, dejó claro, en declaraciones a la BBC, que no se opondrá a que se le entierre en Serbia.

Desde la sede del PSS, en medio de banderas y retratos de Milosevic con un crespón negro, el mensaje no puede ser más claro: la decisión depende de la familia, pero si escoge Serbia deberá recibir todos los honores "que merece una personalidad histórica", como ha asegurado Zoran Andjelkovic, dirigente socialista, encargado de las negociaciones con los Milosevic. En caso contrario, amenazan con hacer caer el Gobierno. Tomislav Nikolic, líder de los ultranacionalistas del SRS, que lograron un 28% de los votos en 2003, ha asegurado que utilizarán "toda su capacidad de presión" para que el funeral se celebre en Serbia.

Danijel Pantic, secretario general del Movimiento Europeo, un centro de estudios políticos independiente, cree, sin embargo, que las amenazas no se harán realidad ocurra lo que ocurra con las exequias. "A nadie le conviene unas elecciones anticipadas. El Gobierno de Kostunica se enfrenta a unos meses muy complicados y el resto de las fuerzas políticas prefieren que sean otros los que tomen las decisiones", explica Pantic.

El 21 de mayo, el Gobierno de Montenegro ha convocado un referéndum para separarse de Serbia, que tiene posibilidades de ganar, mientras que Kosovo, la provincia de mayoría albanesa que los serbios consideran la cuna de su cultura y que está administrada por la ONU desde 1999, se encamina hacia la independencia. Además, la UE exige a Serbia que capture al general Ratko Mladic, acusado de genocidio, antes del 5 de abril o congelará su acuerdo de asociación. "Bruselas debería ser consciente de que hay momentos en los que no conviene ejercer demasiada presión", agrega este analista. Una fuerte subida de los ultranacionalistas sería más peligrosa que cualquier dictador difunto.

Una seguidora de Milosevic coge una foto suya, ayer en Belgrado.
Una seguidora de Milosevic coge una foto suya, ayer en Belgrado.EFE

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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