En permanente rivalidad
Elorza y Txabarri discrepan en casi todo, incluso en las razones que motivan la rivalidad entre Ayuntamiento y Diputación
Txabarri y Elorza no se ponen de acuerdo ni en su desacuerdo. Quienes dirigen las dos principales instituciones de Guipúzcoa discrepan en casi todo. Y así sucede que los encontronazos entre la Diputación de Guipúzcoa y el Ayuntamiento de San Sebastián están a la orden del día: si no un expediente urbanístico, es la incineradora o el Museo San Telmo o la promoción turística de la ciudad o el Teatro Victoria Eugenia o la aportación económica foral. Pero esta lista de agravios no ha deteriorado tanto las relaciones institucionales como las envenenadas pullas y reproches que se han intercambiado con acuse de recibo.
"Las relaciones no son todo lo cordiales que desearímos las partes", dice el alcalde, Odón Elorza. "Las relaciones Diputación-Ayuntamiento atraviesan el mejor momento de los últimos años", disiente el diputado general, Joxe Joan González de Txabarri. La rivalidad "es una cuestión exclusivamente política", asegura el primero, porque "las siglas de la Diputación (PNV-EA) les lleva a racanear o negar ayudas a proyectos de San Sebastián que tienen una dimensión que alcanza a todo el territorio". En cambio, para Txabarri, la disputa sólo responde a razones de orden personal: "Las discrepancias se dan por la forma de ser, actuar y de entender la política que tiene Elorza. La rivalidad no es con el Ayuntamiento; es con el alcalde".
Los dos dirigentes se intercambian con frecuencia envenenadas pullas y reproches
El último rifirrafe se dio la semana pasada, cuando la Diputación echó atrás un proyecto municipal para construir 86 villas junto al campo de golf de Basozabal. Este plan, aprobado por el pleno con los votos del PSE, el PNV y EA, fue calificado de "pelotazo urbanístico" por el portavoz foral, Koldo Azkoitia, quien acusó al regidor de gobernar la ciudad como si fuera un "chiringuito". El año pasado ocurrió algo parecido con el expediente urbanístico para ampliar el polígono industrial de Belartza, en el barrio de Añorga. Aquella decisión está pendiente de una resolución del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco.
Txabarri resta importancia a estas desavenencias "puntuales" y saca a colación los "30 o 40 expedientes que han recibido el visto bueno de la Diputación en los últimos años". Y avisa: "Todos los temas que el Ayuntamiento ha llevado los tribunales han acabado a nuestro favor". Elorza opina que su rival hace "un uso abusivo de su capacidad de tutela a la hora de aprobar o rechazar expedientes" y se queja airadamente de la escasa implicación foral en proyectos estratégicos de la capital, como San Telmo o el Victoria Eugenia. A la vez, reconoce que San Sebastián está recibiendo un buen trato foral en materia de carreteras.
Sin ocultar la poca sintonía que tiene con el diputado general, a quien ve con una "personalidad dura" y "falta de flexibilidad", y admitiendo que "a veces" denuncia "con mucha dureza" las decisiones de aquél, Elorza insiste en que "no es una cuestión de talantes, sino de estrategia política": "Tengo la impresión de que Txabarri y Azkoitia actúan como la auténtica oposición al gobierno de la ciudad".
Discrepa el mandatario foral porque "la tónica dominante de esta legislatura ha sido el acuerdo y la búsqueda de soluciones. Hay mucha fluidez entre concejales y diputados. Lo que ocurre es que siempre se pone el altavoz a los desacuerdos". El problema es Elorza con su "estrategia basada en el victimismo, el capricho y en concebir la ciudad como un feudo particular". "Cuando [el alcalde] eleva el tono y hace críticas ácidas demuestra que no tiene argumentos; es un especialista en crear cortinas de humo", agrega.
A Txabarri y Elorza siempre les quedará un motivo para la polémica: la incineradora. A cuenta de las basuras se han cruzado los ataques más despiadados. En su defensa, Elorza asegura que siempre ha tomado la iniciativa para encontrar puntos de encuentro y que el gobierno que preside "no ha tomado ninguna decisión que le haya causado perjuicio económico alguno a la Diputación, algo que a la inversa sucede habitualmente". Para Txabarri, los problemas están en casa del vecino: "Yo no tengo ningún roce con los 87 alcaldes restantes de Guipúzcoa. Si actuaran como Elorza, esto sería un caos".
Sintonía en Álava y Vizcaya
La sintonía entre las dos principales instituciones alavesas es envidiable, más allá de que sus equipos de gobierno pertenezcan al mismo partido. El idilio que mantiene el Ayuntamiento gobernado por Alfonso Alonso y la Diputación que dirige Ramón Rabanera se vive día a día. Sin ir más lejos, hace unos días, la institución foral anunció que estudia ceder la gestión de los Montes de Vitoria, en el caso de que este paraje se convierta en espacio protegido tal y como quiere el consistorio. No hay que olvidar que Rabanera siempre ha considerado al actual alcalde de Vitoria como su heredero al frente del partido en Álava, auténtico emblema del PP vasco.
En Vizcaya, los desencuentros al inicio de la legislatura entre el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, y el diputado general José Luis Bilbao se han reconducido con el paso del tiempo. La decisión de la institución foral de renunciar a ubicar su sede en el rascacielos de la nueva zona de Abandoibarra irritó sobremanera a Azkuna, quien se enteró la víspera del anuncio público. Ambos cargos, del PNV, llegaron a protagonizar una discusión tras un acto público. Pero ahora la relación es cordial y los contactos telefónicos y personales son continuos. La coordinación ha mejorado sustancialmente y la última prueba fue el acuerdo consensuado del nuevo plan de accesos a Bilbao, con un coste de casi 500 millones de euros. Azkuna, extrovertido con sus colaboradores, no oculta su buena relación con José Luis Bilbao.
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