Lo que nunca podré olvidar
Este mes se cumplen 11 años desde que me trasplantaron. En este tiempo he podido olvidar por completo el dolor y las cicatrices causados en mi brazo por las agujas de innumerables sesiones de hemodiálisis.
He podido olvidar el dolor, mucho mayor, de depender de una máquina para poder seguir viva: tres horas al día, tres días a la semana. He podido olvidar las fastidiosas dietas: sin sal, sin potasio, sin líquidos... He podido olvidar las dificultades para viajar: mi tienda de campaña y yo hemos estado en media Europa. He podido olvidar la imposibilidad de ser madre: tengo un maravilloso hijo de tres años.
Pero lo que jamás olvidaré, por muchos años que pasen, es mi sincero agradecimiento hacia aquella familia que me dio una nueva oportunidad de vivir cuando ellos mismos pasaban por un trance tan doloroso como es la pérdida de un ser querido. Si tú has vivido esta situación, quiero que sepas que sí, que tu gesto sirvió de mucho, que aquí estoy, después de 11 años, y siempre recordaré tu generosidad hacia mí aun sin conocerme. Muchas gracias, de mi parte y de la de todos los trasplantados del mundo.
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