_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Por qué no somos una nación?

Las masas valencianas se preguntan toda la semana por qué nosotros no somos una nación. En los polígonos, en los mercados, en la mascletà, en las universidades, en el pleno del Consell, todos se hacen la misma pregunta: ¿Por qué los catalanes han conseguido que les acepten que son una nación y nosotros no? Mientras el pueblo festejaba gozoso la aprobación del Estatuto de Autonomía en el Senado, exhibía pancartas con el lema: ¿Por qué nosotros no somos una nación?

Me puse a rebuscar en los libros de Reglá, en los de Fuster y en los editados por lo Rat Penat y la Castellonenca de Cultura, pero no encontraba la respuesta. Al final, llegué a una conclusión, al escuchar los comentarios que hacía la gente al salir el jueves de la comida-coloquio de Eduardo Zaplana en Valencia. No somos una nación porque nos encanta abrazarnos a puñaladas. Por eso en España hablan tanto de nuestro Estatuto. No crean que es porque PP y PSOE han demostrado su buen hacer al consensuar el devenir de los tiempos. No. Están asombrados de que no hayamos utilizado la guadaña, que es lo que nos enseñó César Borgia y lo que sabemos hacer con fruición. Recuerden, durante el anterior Estatuto se libró La batalla de Valencia.

Esta es una Comunidad invisible, que solo se reencarna en Benidorm, un par de asesinatos por semana y las broncas públicas que exhibimos. Y eso que presumimos de germanor hasta en el himno. Pero si alguien se atreviera a rascar en una comisión fallera, una filà de Moros o en un paso de la Semana Santa oriolana, encontraría más desamores que los que sufre la Agrupación Socialista de Alicante. ¿Cómo vamos a ser una nación si la cremà de las hogueras de Alicante acaba al grito de "Puta Valencia"?

Somos invisibles y encima andamos siempre a puñaladas. Fíjense. La Caixa, la terrible Caixa, creció el año pasado un 22% en la Comunidad Valenciana. Y Caja Madrid hasta un 25%. ¿Cuánto han crecido Bancaixa y la CAM en Catalunya o Madrid? ¿Cuánto hubieran crecido si se hubieran fusionado hace años? Y no se crean que el desacuerdo fue político. Falso. Fue la burguesía financiera de Alicante, comandada por Juan Antonio Gisbert, la que no quiso saber nada de la de Valencia, comandada en aquel entonces por Julio de Miguel. O al revés. Menuda nación.

Ni los Maquiavelos oficiales (Antonio Fernández Valenzuela, Rafael Blasco o Rafael Montero) pueden contra esta voluntad divisoria. El entorno está demasiado armado para meterse en el campo de batalla. Pero tampoco hay Médicis que fomenten Maquiavelos que hagan de Círculo Ecuestre de Barcelona. Una sociedad que bajo este nombre consigue llevar a Zapatero a Barcelona para explicarle que lo suyo es una nación ya merece un respeto. Vamos, como si aquí la Sociedad de Colombaires de mi pueblo hubiera intervenido para redactar la "cláusula Camps". Por eso son ecuestres y nación y nosotros colombaires y valencianistas o catalanistas.

Y no sólo es cuestión de Camps y Zaplana o de Pla y Sevilla. Aquí hasta los Médicis van a navajazos. A Fernando Roig le siegan la hierba bajo sus pies en el mismo Madrigal por meterse a crear una empresa que traiga gas más barato que el que demanda Ascer. Los de AVE de Francisco Pons se ven con los ministros (Jordi Sevilla) medio a hurtadillas para que no los abronquen los de la Cierval. Y los de la Cierval de Rafael Ferrando no le dan la espalda a Rocamora, el de la Coepa de Alicante, por si acaso. Menuda nación.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Por eso en esta nación descalificamos como "faraónicos" proyectos como Terra Mítica o la Ciudad de las Artes, mientras en Milán ponen la última como ejemplo de modernización de una ciudad mediterránea o la mencionada Caixa se hace con toda la deuda y propiedad de Port Aventura para que no se quede un apartamento por vender en su área de influencia. A buenas horas pasa esto aquí. ¿Imaginan que Bruselas se hubiera liado con las costas de Málaga, Tarragona o Girona como lo ha hecho con las de la Comunidad Valenciana? El Círculo Ecuestre hubiera enseñado su potente caballería. ¿O es que en Torremolinos o Salou sólo construyen a diez kilómetros de la costa?

Por todo eso y mucho más no somos una nación, aunque las masas se manifiesten reivindicando la bandera, conmemorando que tenemos un nuevo Estatuto de Autonomía. Aquí demostraremos que somos una nación editando en un facsímil de lujo el texto del Estatut como regalo del día del Padre. Un "bon negoci" que funcionará en Valencia y algo en Castellón. En Alicante mejor regalan Cien Empresarios Valencianos, con prólogo de Pedro Solbes y editado por LID, que deja muy claro por qué esto está lleno de gente excelente que nunca construirá una nación.

www.jesusmontesinos.es

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_