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Dos años de la matanza de Madrid

El juez culpa del 11-M a una célula islamista local conectada con Irak, Francia, Bélgica e Italia

Jorge A. Rodríguez

El juez Juan del Olmo ultima el auto de procesamiento por los atentados del 11-M, en el que culpará de la matanza a una "célula local" islamista, que sería una de las piezas "de una estructura ramificada" internacional también asentada en Francia, Bélgica, Italia, Marruecos e Irak, entre otros países. La investigación ha acumulado una abrumadora cantidad de pruebas que sitúan en los escenarios clave del 11-M a los siete terroristas que se suicidaron en Leganés, a dos de los islamistas presos y a cinco personas aún anónimas. La instrucción otorga un importante papel en la decisión y planificación del atentado a dos personas, vinculadas al Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM): Youssef Belhadj (a quien Bélgica liga con una red para repatriar a combatientes de Afganistán) y Hassan El Haski (dirigente del GICM preso).

La pesquisa sobre la mochila bomba desactivada confirmó la implicación de traficantes de drogas y explosivos
Las huellas dactilares y perfiles de ADN localizados en diferentes escenarios prueban la participación de 12 terroristas
Tirando del hilo de la tarjeta, se llegó al piso de Leganés, donde se suicidaron 7 terroristas
La presencia de los terroristas en Alcalá se confirmó aún más al ser hallado el Skoda Fabia
La investigación otorga un papel relevante en la decisión y planificación del atentado a Youssef Belhadj y Hassan el Haski
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Los autos dictados por Del Olmo para prorrogar la prisión de nueve de los primeros detenidos por el 11-M, así como el documento con el que justificó el encarcelamiento de El Haski, son las claves de por donde irá el auto de procesamiento. Los textos de prórroga de prisión no dejan dudas: "La instrucción judicial ha permitido aflorar una estructura ramificada en un marco internacional, con referentes locales en España, pero también en Francia, Bélgica e Italia (por ceñirse al ámbito europeo), que se ha mostrado muy activa, no sólo en su labor de propaganda radical islamista y en el proselitismo de nuevos adeptos para ser enviados a las zonas en conflicto como Irak, sino en su capacidad para crear presuntas células terroristas a nivel local europeo destinadas a llevar a cabo acciones terroristas (como las de Madrid)".

Esta red profesa la ideología salafista para aplicar la yihad más violenta y se apoya en "entramados de grupos terroristas (como el GICM) para facilitar el traslado, cobijo y protección de presuntos miembros de organizaciones terroristas islamistas, dando la cobertura necesaria con documentación falsa y dinero para huir del territorio español (como sucedió tras los atentados en Madrid, en el que varios implicados se dirigieron hacia Francia-Bélgica, hasta ser finalmente perdida su pista)".

Bélgica, según Del Olmo y el juez de Bruselas Daniel Fransen, sería el eje de un entramado terrorista "cuyo objetivo", asegura Fransen, "sería hacer que volvieran a Europa personas que hubieran seguido entrenamientos paramilitares en campos relacionados con Al Qaeda en Afganistán y extraer de Marruecos islamistas radicales buscados en ese país".

En ese grupo, asentado en la ciudad de Maaseik, estaría inmerso el marroquí Youssef Belhadj, quien fue considerado como la persona que se autoidentificó en un vídeo de reivindicación del 11-M como "Abu Dojanah al Afgani, portavoz militar de Al Qaeda en Europa". Éste, además, ha sido vinculado con los atentados de Casablanca y el asesinato del cineasta Theo Van Gogh. Hay un hecho significativo: en noviembre de 2003 (fecha en que Serhane El Tunecino empezó a decir que había que castigar a España por su apoyo a la guerra de Irak) compró otro teléfono y puso como fecha de nacimiento de su titular el 11 de marzo de 1921: el día y el mes del atentado de Madrid y la sura 21, que señala: "Se acerca el momento en que los hombres deban rendir cuentas". Belhadj estuvo en Leganés en febrero de 2004 y se fue de España días antes del 11-M. Con esos teléfonos antedichos y otros, el grupo de Maaseik estuvo en contacto con 65 teléfonos de España.

El grupo belga tenía relaciones, según Fransen, con Rabei Osman el Sayed, El Egipcio, imputado por el 11-M, y Hassan El Haski, Abu Hamza. Éste estaba inmerso en la época de los atentados de Madrid en una lucha interna en el GICM para hacerse con el liderazgo de la organización. Sus pasos son investigados, además de por España, por Bélgica, Francia y Marruecos. Un preso en Francia, Attila Turk, asegura que El Haski supo todos los preparativos del 11-M e incluso lo sitúa en la esfera organizativa. El Haski y Belhadj estaban supuestamente en la cúspide, pero la autoría material correspondió a la célula local. Las pruebas acumuladas, especialmente las huellas dactilares y los perfiles de ADN localizados en los escenarios de la masacre, correspondientes al menos a 12 terroristas, son la mejor forma de reconstruir el 11-M. La mayoría de estas pruebas fueron obtenidas entre el 11 de marzo de 2004 y el 16 de abril de 2004, con Ángel Acebes de ministro del Interior.

Las huellas de la matanza comenzaron a revelarse en la Renault Kangoo, matrícula 0576-BRX, junto a la que el portero de un bloque próximo a la estación de Alcalá de Henares vio, a las siete de la mañana, a tres sospechosos cargados con mochilas. El portero se lo contó al presidente de su comunidad de vecinos y éste llamó a la policía. El vehículo fue revisado con un perro policía que comprobó que "no había peligro de explosión". La furgoneta fue llevada a la Comisaría de Policía Científica, donde fueron halladas una cinta coránica y una bolsa de basura de color azul con siete detonadores y un resto de explosivo.

El análisis de la furgoneta llevó a saber que esos detonadores y ese resto de explosivo Goma 2 Eco (según certificó un alto cargo de Unión Española de Explosivos) sólo se suministraban de forma conjunta a las minas asturianas de Caolines de Merillés. Además, en la furgoneta fueron hallados 10 perfiles genéticos y 20 huellas. Entre esos restos de ADN estaban los de Abdennabi Kounjaa, Allekema Lamari y Riaat Anouar Asrih. Los tres se suicidaron en Leganés, tras cometer dos ataques fallidos. Una huella era del argelino huido Daoud Ouhnane. La presencia de un grupo de islamistas en Alcalá de Henares quedaba aún más confirmada cuando fue localizado un Skoda Fabia, matrícula 3093-CKF, en el que estaba el ADN de Lamari.

Las pruebas siguieron acumulándose el mismo 11-M. Ese día, dos testigos vieron a varias personas bajarse de los trenes en Vicálvaro (justo antes de la estación del Pozo) y desprenderse de las ropas que llevaban. La Guardia Civil recogió esas prendas, donde estaba el rastro genético de Rifaat Anouar Asrih, Mohamed Oulad Akcha y Abdennabi Kounja (muertos en Leganés junto a Allekema Lamari, Jamal Ahmidan, Rachid Oulad Akcha y Serhane Ben Abdelmajid) y también del hoy preso Othman el Gnaout.

La pesquisa sobre la única mochila bomba desactivada confirmó la implicación de una trama de traficantes de drogas y explosivos de la que formaba parte el ex minero José Emilio Suárez Trashorras. La mochila, tras un convulso trasiego desde la estación del Pozo al Ifema (donde se había instalado el depósito de cadáveres) hasta acabar en la comisaría de Puente de Vallecas, estaba cuajada de huellas dactilares, decenas, amontonadas entre sí, según los investigadores, imposible de discriminar. Pero el teléfono y la tarjeta que contenía llevaron hasta Jamal Zougam, considerado por el juez autor material y conocido de los servicios antiterroristas. Tirando del hilo de la tarjeta, los agentes llegaron al piso de Leganés, donde se suicidaron siete terroristas el 3 de abril de 2004, un día después del atentado fallido contra el AVE.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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