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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Despegue con violencia en la T-4

Martes 28 de febrero; hora, 17.30. Vuelo de Iberia 6974 Madrid-Barcelona-El Cairo. AENA y el Ministerio de Fomento advierten en su publicidad sobre la nueva terminal 4: "Despegamos todos". A punto de cerrar las puertas, se acerca por la pista a la cola del avión un coche de extranjería, y varios pasajeros ven por las ventanillas cómo dentro policías de paisano y de uniforme le pegan puñetazos y rodillazos a una persona. Con algunos movimientos muy rápidos suben a la persona golpeada, esposada y amordazada, la encierran rápidamente en uno de los cubículos de la parte trasera del avión y corren la cortina que la oculta. La persona grita desesperada, pero como tiene la boca sellada sólo se oye su gruñido angustioso y profundo detrás de la cortina. Parece que, efectivamente, en la T-4 despegamos todos. Incluso los que no quieren.

Nos levantamos de nuestros asientos. El comandante del avión nos impide acercarnos a la persona golpeada, esposada, amordazada y encerrada, y nos pide que nos sentemos. Detrás del comandante están los policías. Seguimos de pie y acompañamos los gritos de detrás de la cortina con los nuestros. Finalmente, el comandante pide a la policía que bajen a la persona golpeada, esposada, amordazada y encerrada, porque el pasaje se rebela. El comandante informa: se trataba de un "no admitido" en España que el Ministerio del Interior pretendía trasladar a El Cairo, Iberia es ajena a la situación y, finalmente, se ha procedido a sacarlo para garantizar "nuestra seguridad".

Lo peor no fue que un comandante de Iberia, incómodo, reconvirtiera a un ser humano golpeado, esposado, amordazado y encerrado en un "no admitido" y dijera seguridad en vez de humanidad. Lo peor fue que gran parte del pasaje parecía dispuesta a volar hasta El Cairo con el sonido de fondo de los gritos abortados de un ser humano. Y si no los comentarios: "Que lo bajen, que nos va a dar el viaje", "que los lleven en aviones especiales". En 1996, Aznar tenía un problema y lo solucionó con haloperidol. Hoy solucionamos con palizas, mordazas y cortinas, pero sobre todo con la complicidad, el silencio y el miedo de todos.

Somos trabajadores de ONGD que volvíamos de unas jornadas en Madrid donde reflexionábamos sobre cómo convencer a la gente de que otro mundo es posible y necesario. La experiencia práctica de una repatriación salvaje nos alerta de que la tarea es urgente. Mirar hacia otro lado nos vale para Abu Ghraib y para Guantánamo, pero ¿también para la T-4 de Barajas.

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