No se admiten cubanos en este hotel
La expulsión de 16 isleños del Sheraton por orden de EE UU reaviva en México el debate sobre la soberanía nacional
El conflicto en torno al hotel Sheraton de Ciudad de México ha encendido al rojo vivo el eterno debate entre la soberanía mexicana y la sumisión frente a Estados Unidos, capturado en el refrán: "Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos". Mientras el Gobierno debe decidir en los próximos días si aplica al hotel una multa por expulsar a 16 cubanos a petición de Estados Unidos, la administración municipal tomó la delantera y, en un arranque de afecto a Cuba, clausuró esta semana el hotel.
El pasado 3 de febrero la cadena hotelera estadounidense expulsó a una delegación de 16 empresarios y funcionarios cubanos, hospedados en el hotel,que paradójicamente se localiza entre el Ángel de la Independencia y la Embajada estadounidense. Cumplían la ley estadounidense Helms-Burton, que prohíbe a sus ciudadanos "hacer negocios, tener propiedades y dar servicios a cubanos". La orden provino del Departamento del Tesoro, que pidió el desalojo de los cubanos por considerar que la ley "se aplica a las corporaciones de ese país y a sus subsidiarias, sin importar dónde operen".
La delegación caribeña se encontraba en Ciudad de México desde el 2 de febrero para sostener una cumbre con empresarios estadounidenses sobre el mercado energético en la isla. Los empresarios no recibieron en cambio ninguna llamada de atención -a pesar de que se reunieron con cubanos- y la cumbre continuó en otro hotel de Ciudad de México.
El Ministerio de Asuntos Exteriores mexicano deberá determinar, antes del 15 de marzo, si aplica una multa de hasta 380.000 dólares (unos 315.000 euros) al hotel Sheraton por violar la Ley de Protección al Comercio. Su titular, Luis Ernesto Derbez, consideró al inicio del conflicto que se trataba de "un asunto entre particulares". Desde entonces no se ha vuelto a pronunciar. "El único asunto entre particulares es el sexo consentido entre adultos", replica Rossana Fuentes-Berain, directora editorial de la revista Foreign Affairs en Español. "El caso del Sheraton es parte de la interdependencia compleja que tienen México y Estados Unidos; es posible que todo haya partido de un error de un funcionario menor del Departamento del Tesoro", añade.
La única respuesta oficial ha sido la del canciller Derbez a principios de febrero. Desde entonces, "ningún funcionario federal ha dicho una sola palabra al respecto; están dejando que el problema lo afronte el Gobierno local hasta que se desgaste", afirma Lorenzo Meyer, historiador de El Colegio de México.
La Delegación Cuauhtémoc (área administrativa en donde se encuentra el hotel) clausuró el hotel el martes pasado por faltas administrativas como que el 10% de las escaleras no tenían material antiderrapante y no contaba con un menú Braille en sus restaurantes.
El Gobierno municipal colocó carteles de clausurado en algunas de las puertas, aunque no en todas. "Tienen un plazo de 24 horas para sacar los perecederos y apagar sus calderas", advertía el martes la delegada en Cuauhtémoc Virginia Jaramillo. Las calderas, sin embargo, permanecieron encendidas y el hotel funcionó con normalidad hasta el viernes pasado, cuando la Delegación levantó la clausura, pues la empresa "subsanó las anomalías" (todavía adeuda una multa de unos 12.000 euros). Los huéspedes pueden estar tranquilos: no resbalarán más al subir los peldaños.
Trasfondo electoral
"Hay cierta lógica por parte de los partidos en resaltar el tema de las relaciones con Cuba durante un año electoral; la actual Administración ha tenido muchos raspones en su política exterior [con Estados Unidos y Cuba], y se encuentra en sus horas más bajas", afirma Federico Estévez, politólogo del Instituto Tecnológico Autónomo de México.
Meyer coincide en que las elecciones de julio de 2006 han sobredimensionado este tema: "La expulsión de los cubanos ha pasado a un segundo plano y los partidos se han dedicado a atacar al PRD [izquierda]. El PAN [partido del presidente Fox] se mostró indignado por la prepotencia estadounidense al inicio del conflicto; ahora lo han olvidado y centran su indignación hacia la delegada y su partido".
Dentro de 10 días el Gobierno federal deberá determinar si sanciona a la cadena estadounidense y la cuantía de la multa. "Va a terminar en un acuerdo absolutamente insípido y simbólico, pues están involucrados inversionistas extranjeros a los que el Gobierno no querrá ahuyentar", afirma Estévez. Su opinión la comparten Meyer y Fuentes-Berain: la multa difícilmente será de 315.000 euros, pero habrá una sanción "simbólica" para evitar el coste político que implica ser "sumiso hacia Estados Unidos".
Fuentes-Berain concluye que lo más sorprendente es la impericia del Gobierno de Vicente Fox: "¿Cómo puede pelearse con Estados Unidos y con Cuba al mismo tiempo? En esta batalla, el que más pierde es México, pues no tenemos una discusión a fondo sobre qué es lo que queremos hacer con nuestros dos vecinos".
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