Por deporte
No entiendo de fútbol. Ni de balances económicos ni recalificaciones de suelo; menos aún de sociedades. Dice un amigo que mi nómina es mi empresa. Pero sí entiendo por aproximación algo de personas.
El revuelo montado por la dimisión de Florentino Pérez tiene fondo. Su Madrid galáctico ha fracasado, porque ni los hombres son estrellas ni las personas tienen precio. A sus jóvenes becerros los ha bañado en oro. Pero no brillan en el campo, porque la genialidad no se sujeta a convenios.
El fútbol es un deporte que se ha desnaturalizado en negocio: hay que saber más de economía que de física. Alguno quedará que lo haga por gusto, desinteresadamente, como solíamos decir, por deporte. Cuánta inmoralidad hay en la abundancia del vil metal. Ya lo dicen los mayores: el dinero a mansalva pudre la voluntad y, por tanto, el esfuerzo.
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