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Una epidemia de 'chikungunya' afecta a 160.000 personas en la isla de Reunión

La isla de Reunión, un departamento francés en el Índico, está siendo víctima de una epidemia de chikungunya, una enfermedad producida por un virus transmitido por un mosquito que provoca fiebres muy altas y fuertes dolores en las articulaciones -en los dedos y en las rodillas- que pueden durar meses, así como erupciones cutáneas. De ahí el nombre, chikungunya, que significa hombre encorvado en suajili, que es como caminan las víctimas de este mal. También la isla de Mayotte, las Seychelles, la isla Mauricio y Madagascar han registrado casos.

El primer ministro francés, Dominique de Villepin, se vio forzado a realizar un viaje relámpago el lunes a Reunión para acallar las críticas contra su Gobierno y su tardanza en reaccionar ante un problema que se detectó por primera vez hace casi un año. En una comparecencia en la capital de la isla, Saint-Denis, Villepin defendió la gestión del Ejecutivo, pero ayer los periódicos locales denunciaban que París había dado órdenes a los médicos del servicio de salud de silenciar la epidemia.

Esta isla volcánica, bellísimo paraíso turístico, tiene 770.000 habitantes, de los que 157.000 -uno de cada cinco- han sido ya víctimas del virus. Pese a su gravedad y a lo incapacitante que resulta, las autoridades sanitarias insistieron durante semanas en que el chikungunya no es mortal, pero la muerte de una niña de 10 años obligó a revisar las estadísticas y comprobar que la tasa de mortandad se ha triplicado y que hasta 70 personas habrían fallecido como consecuencia de complicaciones derivadas de la enfermedad.

Sin vacuna

Por el momento no hay ninguna vacuna contra el virus, ni tampoco un tratamiento preventivo. Se han empezado a realizar las primeras pruebas con un antiviral conocido como Ribavirina (un fármaco que se usa contra la hepatitis) con resultados esperanzadores, pero los expertos indican que se tardará varios años en disponer de una vacuna. También se están probando tratamientos de refuerzo del sistema inmunológico, como la cloroquina o cierto tipo de antibióticos, e incluso plantas medicinales locales. Pero las autoridades francesas reconocen que no han actuado con la suficiente rapidez como para impedir la epidemia.

Hace dos semanas se puso en marcha una campaña para exterminar el mosquito que transmite la enfermedad, junto con recomendaciones a los habitantes de usar repelentes y vestir camisas y pantalones de manga larga. Pero las lluvias de los últimos días han echado abajo todos los esfuerzos. Las charcas que han dejado son el medio ideal para la proliferación del insecto. Francia ha mandado ya equipos médicos especiales para hacer frente a la epidemia. La Organización Mundial de la Salud también ha enviado a un equipo de expertos.

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