Pequeña y grande
Con su mezcla de timidez y energía, tan menudita ella, vestida con esa gracia tan natural y tan suya apareció Maria João Pires el domingo en el Auditorio para cumplir con uno de los momentos más esperados de la temporada. Desde hacía semanas se sabía que no tocaría el anunciado concierto de Schumann sino el Nº 20 de Mozart, lo que, belleza por belleza, tanto daba, pues de lo que se trataba era de escuchar a esta pianista tan admirada en Madrid y cuyo anuncio causa siempre una expectación muy especial. No defraudó, claro que no, la portuguesa, toda musicalidad en cuerpo tan chiquito. Su entrada en el Allegro inicial marcó la pauta de su versión, concentrada y honda pero abierta, con ese toque suyo de trascendencia natural que sale de las notas y no de la literatura. Fue una lectura definida por la falta de afectación a que conduce seguramente la asunción inteligente de la madurez. Gozó, además, de un estupendo acompañamiento por parte de Friedemann Layer, que trabajó muy especialmente el equilibrio -redujo acertadamente sus efectivos- y que tuvo su mejor momento en la intervención, en el segundo movimiento, de los primeros atriles de las cuerdas.
Orquesta Nacional de España
Friedemann Layer, director. Maria João Pires, piano. Obras de Roussel, Mozart y Berlioz. Auditorio Nacional. Madrid, 26 de febrero.
El maestro vienés causó una excelente impresión, demostrando el porqué de su actividad generalmente francesa al negociar con muy buenas maneras la segunda suite de Baco y Ariadna, de Roussel, que abría programa y la Sinfonía fantástica, de Berlioz, que ocupaba la segunda parte. Probablemente la música de Roussel sería novedad para muchos de los asistentes, pues se toca bastante menos que antes aunque revele lo mejor de la inspiración de aquel compositor que fue también marino mercante. La Fantástica sí que es puro repertorio y por eso más difícil a la hora de captar a un público avisado. De nuevo Layer mostró buenas maneras conceptuales -las gestuales son mínimas, con un brazo izquierdo que casi no se mueve-, expuso con claridad, no se dejó nada por el camino y firmó una dirección en la que le interesó más destacar la línea general que demorarse en los detalles, aunque estos estuvieron generalmente bien resueltos.
Babelia
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