El carnaval de Harry Potter
El personaje literario protagoniza en la inauguración de la fiesta muchos de los disfraces
En este carnaval, de momento, hay una estrella: Harry Potter. Ya se notó ayer, en el primer día de las fiestas previas a la cuaresma y en el que miles de personas se echaron a la calle, en el distrito centro. La cita para inaugurar la farra era en la plaza de la Villa, donde confluyeron 10 comparsas que habían salido una hora antes de diferentes plazas. Allí esperaron muchos niños, muchos mayores, inmigrantes, turistas, barrenderos y también carteristas. Todos apelotonados, soportando un frío con viento que hacía saltar las lágrimas.
Los disfraces eran los clásicos: muchos príncipes y princesas, peterpanes, payasos, osos y gatos. Pero con una particularidad. Muchos de ellos fueron reconvertidos en Harry Potter. A falta de disfraz auténtico del pequeño mago, los niños solucionaron el tema pintándose en la cara los dos signos que marcan al personaje literario: unas gafas enormes con rotulador negro y una cicatriz con purpurina roja en la frente. "Yo voy de rey Potter, ¿es que no se nota en la corona?", preguntaba a punto de echarse a llorar Alejandro Pascual, de seis años, debajo de un disfraz de rey medieval y con las gafas pintadas en la cara.
Había niños vestidos de "rey Potter", de "fresa Potter", de "gallina Potter" y de "princesa Potter". Y otros que también iban disfrazados de otros temas de actualidad. "A ver, ¿de qué va mi niño?", preguntaba con entusiasmo una madre a otra amiga mientras le señalaba a su pequeño. Éste, en el carricoche, llevaba como todo disfraz una gorra azul y la bandera de España pintada a ambos lados de la cara. Ante el encogimiento de hombros de la amiga, la mujer le soltó decepcionada: "¡Pues de Fernando Alonso!".
Otros tres pequeños iban vestidos de lágrimas con unos disfraces elaborados con cartulinas de color azul. Un hombre iba vestido normal: con un abrigo negro y un traje de chaqueta, pero en la cabeza llevaba un gorro de cocinero. Su pareja, igual, vestida de calle pero con un tocado de Cleopatra. También muchos optaron por rescatar las pelucas de colores que se vendían las navidades pasadas en el mercadillo de la plaza Mayor.
Para hacer más amena la espera en la plaza de la Villa, desde las seis de la tarde, la comparsa Carnamundi evocó el espíritu del carnaval, tal y como se celebraba en Madrid a principios del siglo XX. El pintor madrileño José Gutiérrez Solana (1886-1945) y algunas de sus obras más destacadas sobre fiestas populares, como El entierro de la sardina, sirvieron de inspiración a la compañía de Teatro Estudio Landen para crear su comparsa.
En un momento de la representación, los miembros de la comparsa metieron algo dentro de un pequeño ataúd y empezaron a marearlo. Pero nadie supo ver qué era. "¿Qué es eso? ¿Un muñeco?", preguntaba una chica a su novio. "No, es un niño muerto", contestó el otro.
Llegaron las cámaras de televisión a la plaza de la Villa y la gente enloqueció. "¡Me acaba de llamar mi sobrino, que me ha visto por la tele y le he dicho que se venga, que hay aquí una animación con la música...!", contaba Antonia Sánchez, "con más años que Matusalén" y vecina de la Puerta del Ángel.
Mientras la gente aguantaba el frío en la plaza de la Villa, las comparsas avanzaban por la calle Mayor al ritmo de una música frenética. La primera, protagonizada por el Centro Uruguayo de Madrid, llevaba un elefante de mentira y un zancudo que abría la comitiva. Éste, que caminó toda la calle a saltitos, casi se tropieza con un hombre que se le cruzó inesperadamente con un colchón para meterlo en un camión de la mudanza. El zancudo se encontró también en su camino con una niña vestida de princesa. "Oh, una princesa", dijo y, cogiéndola por la mano, la elevó un metro del suelo, ante el sofoco de la madre.
Robo en la calle Mayor
Otra comparsa simulaba el carnaval de Nueva Orleans, y otra, francesa, mezclaba de manera imposible la estética de la película American Graffiti con la de Los tres cerditos. Mientras las comparsas bajaban a la plaza de la Villa, a una mujer le robaron el bolso justo en la puerta del McDonald's que hay en la calle Mayor. La mujer montó tal escándalo que 10 policías municipales acudieron para intentar calmarla. "¡Señora, siga caminando, que esto no es un circo!", increpó un policía a una mujer que se había quedado mirando. Otro paseante, aprovechó y se metió con la recién atracada. "¡No se queje tanto que hay gente que lleva tres cuartos de hora esperando en la calle de Carretas al autobús!".
Las 10 comparsas llegaron a la plaza de la Villa y a más de un barrendero le pilló pasando la escoba. El primer día de carnaval terminó con el encuentro entre el alcalde de la ciudad, Alberto Ruiz-Gallardón, con el séquito de Don Carnal. "¿Dónde está el alcalde? ¡Que nos entregue las llaves!", gritó un bufón al llegar a la plaza de la Villa. Y Ruiz-Gallardón le dio la llave, de cartón-piedra y de color dorado.
La fiesta continuó en los bares y discotecas de toda la capital. Hoy, más, y también con frío. A las siete de la tarde saldrá el gran desfile de carnaval de la plaza de Cibeles y llegará a la plaza Mayor tres cuartos de hora después. Los disfrazados recorrerán Alcalá, Puerta del Sol, la calle Mayor y la plaza Mayor. El desfile lo encabezarán las tarascas de Don Carnal; y todo el que quiera participar no tiene más que disfrazarse y unirse a la caravana.
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