Toda una vida en el campus
Seis profesores y administrativos con 25 años de servicio hacen balance del primer cuarto de siglo de la universidad pública
La UPV ha vivido grandes transformaciones desde que en 1980 la todavía Universidad de Bilbao fuese rebautizada como Universidad del País Vasco. El nuevo nombre suponía toda una declaración de intenciones de una institución que ha tratado en todo momento de ocupar un lugar central en la sociedad de Euskadi. En este empeño han colaborado miles de profesores y miembros del Personal de Administración y Servicios (PAS). En el caso de 1.200 de ellos, la implicación y la carrera profesional han corrido parejas a los 25 años de historia de la institución, vinculación que aún continúa. Por esa razón, la UPV les rinde homenaje el próximo jueves en el acto final de las celebraciones de su primer cuarto de siglo.
La UPV homenajea el jueves a las 1.200 personas que llevan 25 años en la institución
El profesor y director del Museo Vasco de Historia de la Medicina y de las Ciencias, Antón Erkoreka, forma parte de ese amplio grupo. Alumno de Medicina en la breve Universidad Autónoma de Bilbao, ha desarrollado su carrera docente en la UPV. De hecho, el año del cambio de denominación, el curso 1979-80, se estrenó como docente ante un numeroso público. "Me tocó un grupo de 500 alumnos en una sala inmensa a la que llamaban El búnker. Como entonces se fumaba en clase, en invierno, con las ventanas cerradas, había una humareda que impedía ver el fondo del aula", recuerda.
La experiencia de Julián Maia, director de la Escuela de Magisterio de Bilbao y en 1980 un joven profesor de euskera, habla de una evolución dentro de la comunidad académica sobre la identificación con la univerdidad pública. "Ahora hay un mayor sentimiento de pertenencia a la UPV, una mayor sensación de que es una organización de la que formamos parte, algo que en los comienzos no estaba muy claro", indica.
Parte considerable de los jóvenes docentes que en 1980 llegaban a la UPV tenía claro que deseaba trabajar a favor de una universidad pública presente en las tres provincias. Así lo ha defendido desde entonces Arantza Azpiroz, actual decana de Psicología, en el campus donostiarra de Ibaeta: "Había gran entusiasmo por desarrollar la universidad. Fue ese entusiasmo el que nos permitió dejar nuestra primera ubicación, en los locales de la Misericordia de San Sebastián, a un centro en un campus donde no había ventanas rotas, ni tenías que dar clase con abrigo ni sortear ratones".
Tampoco fueron fáciles los comienzos en la Facultad de Ciencias Químicas, donde Lourdes Cantón, miembro de la primera promoción, comenzó a dar clase poco después de licenciarse. "Durante mucho tiempo no supimos lo que era una facultad. Al principio nuestra labor de investigación era nula. No disponíamos ni de infraestructuras, ni de inversiones. Se creó una facultad de la nada", describe.
La precariedad no afectaba a todos por igual y algunos centros que se incorporaron lo hacían en mejores condiciones. Luis Camarero, profesor desde 1979 de la Escuela de Ingeniería de Vitoria, que dirige en la actualidad, recalca que el apoyo de las instituciones locales (Ayuntamiento, Diputación y Caja Vital) les permitió desde un principio contar con unas buenas dotaciones dentro de un campus, el alavés, que ha vivido un notable desarrollo en estos 25 años. "La Universidad se ha hecho visible como tal en Álava y en Vitoria. Hace diez años ni se sabía que había carreras superiores", asegura.
Con mejor o peor posición de partida, el progreso de la universidad pública en estos 25 años salta a la vista, en palabras de Antón Erkoreka: "Nuestra universidad ha sido un motor económico y social, ha formado a miles de profesionales en todos los campos del saber y ha creado una comunidad científica potente y dinámica que no existía, ni remotamente, en los años sesenta del siglo pasado, cuando nació el germen de la actual UPV".
Esther Roiz, administradora de la Facultad de Ciencia y Tecnología, donde trabaja desde hace 37 años, lamenta el olvido en las conmemoraciones del periodo previo a la UPV, el de la Universidad de Bilbao. "Me molesta que no se haga referencia a los 12 años en que fuimos la Universidad de Bilbao. La UPV no es tan mayor como para se le quite esos años", protesta.
De la implicación a la pasividad
La bondad de la evolución de la UPV en sus 25 años se repite de forma constante en los comentarios de quienes han trabajado en ella durante ese tiempo. No obstante, en otros aspectos prima la nostalgia. El que concita más respaldo hace referencia a los cambios en el alumnado que accede a la universidad pública.
Aunque cambian los matices, la conclusión suele ser la misma: el estudiante que llega a la UPV cada vez está menos implicado y se deja llevar por la pasividad y el pasotismo. Uno de los juicios más severos es el de Esther Roiz, administradora de la Facultad de Ciencia y Tecnología: "Antes sabían lo que querían, hacían sus propias gestiones, había un mayor compromiso social. Ahora vienen a lo suyo, se creen que tienen todos los derechos y ningún deber".
Menos contundente es la apreciación del director de la Escuela de Magisterio de Bilbao, Julián Maia. "El comienzo de los 80 fue una época de muchos cambios. Además, en esos años entramos muchos profesores muy jóvenes. La escasa diferencia de edad con los estudiantes favorecía una relación más fluida", explica.
Igual opinión mantiene la profesora de la Facultad de Ciencias Químicas Lourdes Cantón: "Se ha perdido una relación más cercana. Cuando empecé en 1980, tenía casi la misma edad que algunos de mis estudiantes. Ahora, los alumnos podrían ser mis hijos".
La decana de la Facultad de Psicología, Arantza Azpiroz, echa de menos la mayor vinculación y preocupación de los estudiantes al comienzo de la andadura de la UPV. Sin embargo, los alumnos siguen siendo, a su juicio, "lo mejor de la universidad" pública.
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