Sobre Dinamarca
En respuesta a la carta de un supuesto conocedor de Dinamarca, que más bien muestra lo profundamente que desconoce la realidad de este país, debo decir que, tras vivir en este país desde el año 2000, he asistido a una radicalización de la xenofobia entre la población más que preocupante, la cual ya existía aquí cuando llegué, xenofobia que no se reduce en absoluto a los musulmanes; el pasado de este país puede ser loado, si se quiere, patriotas no faltarán que lo hagan. Respecto al presente, los dos hechos básicos son los siguientes:
1. La prensa criminaliza las minorías desde periódicos como Jyllands-Posten, o gacetas populistas como Extra Bladet o BT desde que yo tengo memoria. Lo que ha ocurrido ahora no es ninguna casualidad, los daneses conocen la sensibilidad del islam, si bien no la pueden digerir; se ha dicho que en virtud de su prejuicio miope sobre el valor de la libertad, pero más bien la dificultad es una cuestión de sensibilidades y en verdad netamente visceral.
Este monopolio danés de la libertad se ha utilizado en la depreciación constante de lo otro, lo que no es danés; la radio lleva años hablando de integración social donde en realidad sería más apropiado utilizar el término asimilación, es decir, todo esfuerzo de acercamiento es tácitamente considerado un problema exclusivo de los demás, y el danés de la calle rechaza todo aquello que no identifica como perteneciente a su idiosincrasia, desoladoramente limitada, por cierto, y es más que cualquier otro escandinavo reticente a todo acercamiento intercultural.
2. No todo el mundo conoce que Dinamarca mantiene cuatro reservas a su integración en la Unión, que el partido que dirige el debate político, Danske Folkeparti, es un partido ultranacionalista, con el mismo carácter antieuropeo y antiextranjero que el FN de Le Pen, pero con mayor poder y apoyo social entre los daneses; sus declaraciones sobre el mundo musulmán no invitan a ningún diálogo, sino a la vergüenza. Pues si el danés no es racista, su xenofobia y arrogancia cultural sin fundamento no se reduce ni mucho menos al islam; así, el Gobierno trata de facto a los ciudadanos miembros de la UE bajo el escaparate de una oficina diferente, pero en realidad como es tratado cualquier otro inmigrante; sin una justificación sólida de la estancia no existe el derecho a vivir en este país, ya sea uno europeo o no.
Dinamarca no es ningún modelo de libertad de expresión ni de libertad en cualquier otro sentido, sino más bien de control permanente de esa libertad, de falta de refinamiento en el comportamiento y en la educación.
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