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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Morir en Moscú

Un ingeniero de 58 años, Fernando Bernaldo de Quirós, hijo de una refugiada española llegada a la antigua URSS durante la Guerra Civil, falleció a mediados de enero en Moscú a consecuencia de la paliza que le propinaron varios policías a los que se había dirigido pidiendo ayuda, según el relato de sus familiares. El asunto se ha abierto paso en la prensa española por la nacionalidad de la víctima, pero la asociación Veredicto Público tiene documentados 200 casos de personas que fallecieron o quedaron inválidas a causa de torturas o palizas de la policía rusa.

Es uno de los síntomas de la regresión que está sufriendo ese país, pese a la recuperación económica, en materia de derechos y libertades. En aras del fortalecimiento del Estado en su lucha contra el terrorismo, la delincuencia o la especulación, el Kremlin ha resucitado muchas prácticas del reciente pasado soviético y otorgado a las fuerzas policiales y de la Administración unos poderes cada vez más amplios y menos controlados. Las denuncias de ONG y corresponsales extranjeros están sacando a la luz episodios cada vez más frecuentes de esas prácticas. Una encuesta sociológica encargada por Veredicto Público reveló a finales del año pasado que el 60% de los agentes considera normal maltratar a los detenidos.

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La vida vale bien poco en Moscú

Esa continuidad de prácticas policiales brutales a través de regímenes diferentes es una lacra muy característica de la historia rusa. El salvajismo de la delincuencia emergida tras la caída del orden soviético ha servido de coartada para esa continuidad, pero también ha contribuido a ella la impunidad de que disfrutan los agentes. En el actual Código Penal no se contempla el delito de tortura en referencia a la policía. Fernando Bernaldo de Quirós salió por la noche a dar un paseo cerca de su casa y murió con el hígado destrozado a causa de la paliza policial. Es de esperar que los socios de Rusia insistan en este capítulo -y en la defensa de las ONG acosadas- siempre que tengan ocasión. A España le corresponde exigir con toda energía el esclarecimiento de la muerte de Bernaldo de Quirós y el castigo de los culpables.

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