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Un alud sepulta un pueblo entero en Filipinas

200 muertos y 1.500 desaparecidos tras el corrimiento de tierras causado por la lluvia

Unos 1.700 habitantes de la aldea filipina de Guinsaugon (en la sureña isla de Leyte), a unos 650 kilómetros al sureste de Manila, han quedado sepultados por un corrimiento de tierras. Las lluvias torrenciales caídas en las últimas dos semanas provocaron una gigantesco alud de lodo y barro, según señalaron testigos del cataclismo. La catástrofe se produjo a primera hora de la mañana del viernes. El barro se ha tragado casas, escuelas, campos de labranza, personas y animales. Los vecinos de las poblaciones cercanas ayudan a los equipos de rescate enviados en la localización de posibles supervivientes. El director de la Cruz Roja de Filipinas, Richard Gordon, aseguró que se habían contabilizado anoche 200 muertos y unos 1.500 desaparecidos.

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La aldea más afectada tenía una población cercana a los 4.000 habitantes, según explicó Roger Mercado, congresista por Leyte. El coronel Raúl Famacio, que encabeza el rescate, apuntó: "Nuestro cálculo estimativo es que unas 2.500 personas están enterradas".

"Sonó como si la montaña explotara y se derrumbara entera", dijo el superviviente Dario Libatan a la radio de Manila DZMM. Didita Kamarenta añadió: "Sentí que la tierra tembló y después una fuerte ráfaga de viento. Después noté barro en mis pies. Todos los niños, incluyendo mis dos hijos, están desaparecidos. Pueden haber quedado enterrados", dijo Kamarenta. Se sabe que una escuela de enseñanza primaria con 200 niños, seis maestros, el director y numerosas madres que habían acudido allí para festejar una celebración fue sepultada por el lodazal.

Un sismo de 2,6 en la escala de Richter se había registrado en el sur de Leyte poco antes del alud de tierra, informó el director de la oficina de vulcanología, René Solidum, pero descarta, igual que el delegado de Cruz Roja Española en Filipinas, Enrique Martín, que un temblor de tan baja magnitud hubiera sido suficiente para originar el deslizamiento de tierra.

Famacio, Martín y otras autoridades consideran probable que el origen hayan sido los frentes lluviosos que, pese a que el archipiélago filipino se encuentra en su estación seca -de diciembre a mayo-, penetraron desde enero por el fenómeno climatológico de La Niña.

Para colaborar en las labores de salvamento, Manila pidió ayuda a Estados Unidos, que envió a la zona dos buques desde el sur de Filipinas que efectuaban maniobras conjuntas. Sin embargo, antes que los equipos de rescate llegaron las cámaras de televisión, como la emisora local que mostró grandes áreas del pueblo de Guinsaugon, en el sur de Leyte y próxima a la ciudad de San Bernardo, con los tejados de varias casas que sobresalían de entre el lodo, palmeras derribadas, carreteras bloqueadas y puentes inundados, pero ninguna señal de vida.

Pocas casas en pie

"Es como si toda la aldea hubiera quedado borrada del mapa", dijo el teniente coronel Restituto Padilla, portavoz de la Aviación. Sólo han quedado en pie unas pocas casas de las 375 que había antes de la catástrofe. El alud llegó a alcanzar los nueve metros de altura en algunas zonas, según testigos. "No vimos a personas heridas. La mayoría estaban muertas y bajo el fango", dijo un miembro de la tripulación de un helicóptero. Los equipos de rescate cavaron con palas confiando en hallar supervivientes, y a ellos se sumaron voluntarios y tropas.

Se han recuperado 23 cadáveres y se han rescatado 53 supervivientes, pero se cree que las víctimas de contarán por centenares y tal vez por millares. Las labores de rescate están siendo complicadas. Es difícil llevar agua potable, alimentos, mantas y sacos de dormir a los supervivientes. Las líneas telefónicas están cortadas, y las carreteras, anegadas.

El hecho de que el lodo estuviera aún blando impidió la entrada de maquinaria pesada útil para el rescate y de perros adiestrados en la búsqueda de supervivientes; por eso, la gobernadora de Leyte, Rosette Lerias, apeló a los equipos de salvamento y a cualquier persona que estuviera en condiciones de ayudar que excavaran con las manos. La nubosidad dificultó el vuelo de los helicópteros de ayuda.

La lluvia, que comenzó a caer en la tarde del viernes, complicó aún más las tareas de rescate. Sin luz eléctrica, las autoridades decidieron suspender los trabajos a la caída de la noche. La gobernadora explicó que la aldea había sucumbido completamente al barro y recordó que muchas personas que habían sido evacuadas de Guinsaugon tras el fallecimiento de más de una veintena en otro corrimiento de tierra registrado a principios de semana habían regresado el viernes porque amaneció soleado.

La presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo, se comprometió, en un discurso de 15 minutos transmitido por la televisión estatal, en que la ayuda llegaría a los damnificados en menos de 24 horas y anunció que varios equipos de rescate habían salido "por aire, tierra y mar" hacia el lugar nada más conocerse la tragedia. "Pronto estaréis a salvo. He ordenado que se identifiquen las fuentes de financiación, no sólo para las necesidades tácticas, sino también para las de largo plazo con el fin de restablecer las infraestructuras y de recuperar la economía", dijo la presidenta. Los barcos de la marina "serán utilizados como hospitales flotantes y centros de mando para ayuda y rescate", anunció Macapagal Arroyo.

Filipinas sufre una veintena de tifones cada año, a los que se añadieron a finales de 2004 numerosas tormentas en las que murieron o desaparecieron unas 1.800 personas en el noreste de Manila. La provincia de Leyte ya fue escenario de uno de los mayores siniestros de Filipinas en los últimos años, cuando más de 5.000 personas perdieron la vida el 5 de noviembre de 1991 por el paso del ciclón Thelma, que causó una inundación y una avalancha de tierra de forma paralela.

Un equipo de rescate atiende a una de las víctimas en la ciudad filipina de San Bernardo.
Un equipo de rescate atiende a una de las víctimas en la ciudad filipina de San Bernardo.EFE

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