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Reportaje:

Di Canio, frente a víctimas del nazismo

El futbolista italiano se ratifica en sus ideas fascistas, pero rechaza la violencia

Eleonora Giovio

"Sigo con mis ideas, no las voy a cambiar, pero eso no significa que esté a favor de la violencia", dijo ayer Paolo Di Canio, futbolista del Lazio, que más de una vez ha saludado a sus seguidores con el brazo extendido a lo fascista. Di Canio, con sus compañeros de equipo, fue ayer invitado por el alcalde de Roma, Walter Veltroni, a una reunión con supervivientes judíos de los campos de concentración nazis.

Di Canio tuvo que escuchar los recuerdos de las víctimas del nazismo, pero les instó a recordar que los comunistas italianos mataron a muchos compatriotas en la II Guerra Mundial. Reconoció no obstante que "las leyes raciales fueron terribles; la violencia nunca es positiva". Di Canio exhibe tatuada en el brazo la palabra latina Dux, de la que deriva el apelativo Duce (Jefe) adoptado por el dictador Mussolini.

El jugador ha sido multado dos veces por hacer el saludo fascista a sus seguidores del Lazio

El futbolista dijo recientemente, para justificar el saludo fascista que hizo el pasado enero en el partido contra el Livorno (de tradición comunista): "Soy fascista, pero no racista. Hago el saludo romano para saludar a mis aficionados y a los que comparten mis ideas. Este brazo tendido no quiere nunca ser una incitación a la violencia y menos al odio racial". El Comité de Disciplina le sancionó por ese gesto con 10.000 euros de multa y un partido de suspensión. Di Canio es reincidente, el año pasado tuvo que pagar otros 10.000 por el mismo saludo ante el equipo rival, el Roma.

El alcalde Veltroni salió ayer satisfecho de la reunión. "Ha sido muy intensa. Algo ha cambiado en la relación entre fútbol y sociedad. Como vuelvan a aparecer símbolos fascistas y nazistas, se interrumpirá el partido", dijo. La reunión convocada por Veltroni se inscribe en una iniciativa que ya colocó la semana pasada a jugadores del Roma, cara a cara con supervivientes del Holocausto.

Y es que últimamente las gradas del estadio Olímpico, que comparten Lazio y Roma, han dado que hablar por los símbolos y las banderas nazis. No es sin embargo ninguna novedad: en 2000 en la grada del Lazio apareció una pancarta que decía: "Onore alla tigre Arkan" ("Honor al tigre Arkan"). Era un homenaje a uno de los cabecillas de las milicias ultranacionalistas serbias, Arkan, protagonista de matanzas étnicas.

"La palabra juego y la esvástica no pueden convivir en un mismo lugar", declaró Veltroni hace pocas semanas. El alcalde se ha mostrado siempre muy sensible a los temas de derechos humanos. Lleva años apoyando al capitán del Roma, Francesco Totti, en sus obras de caridad. Veltroni ha defendido siempre la separación entre fútbol y política. Lo que le hizo cambiar de idea últimamente fueron los símbolos nazis que volvieron a aparecer hace dos semanas en el Olímpico, durante el partido entre Roma y Livorno. "Confío en que estas reuniones contribuyan a devolver la dignidad al deporte más popular de Italia y de Europa", afirmó ayer. Pero la dignidad a la que apela Veltroni parece estar muy lejos de la realidad en un país en el que hay parlamentarios de Alianza Nacional -partido posfascista que apoya la coalición de gobierno de Silvio Berlusconi- que han promovido una colecta con el objetivo de pagar la multa impuesta a Di Canio.

Es curioso: cuando jugaba en la Premier League, Di Canio destacaba por acciones mucho más nobles. En 2000 recibió el premio FIFA Fair Play por parar el juego tras ver al portero rival caído: podría haber metido el gol de la victoria, pero decidió que no.

Di Canio, con los ojos cerrados, con compañeros del Lazio en la reunión con víctimas del nazismo.
Di Canio, con los ojos cerrados, con compañeros del Lazio en la reunión con víctimas del nazismo.OMNIROMA

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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