El Museo Reina Sofía revisa las obras almacenadas para estudiar la colección
La exposición 'La visión impura' ofrece una mirada moderna sobre un centenar de piezas
Las obras compradas y almacenadas por el Museo Nacional Reina Sofía, de Madrid (Santa Isabel, 52, www.museoreinasofia.es), en los últimos 25 años se van a presentar de forma rotativa para el estudio de la colección permanente, según anunció ayer la directora del centro, Ana Martínez de Aguilar, en la presentación de la primera exposición del ciclo, La visión impura, con una selección de un centenar de piezas de 38 artistas. Los fondos, "de una gran diversidad y riqueza", se presentarán en proyectos de comisarios sobre distintos temas o diálogos entre artistas.
La historiadora del arte Aurora Fernández Polanco ha elegido el título de La visión impura para demostrar a través de un centenar de obras, la mayoría vídeos, fotografías, proyecciones, instalaciones y esculturas, que "el arte contemporáneo no es tan hermético". En la sala O del edificio Nouvel y en el espacio de la antigua librería del edificio Sabatini se han distribuido las obras de 38 artistas que sólo en contadas ocasiones han salido de los almacenes donde se encontraban desde su adquisición, junto a las obras adquiridas desde 1980 hasta las recientes de Arco, con 26 piezas por un millón de euros.
"Las obras estaban calladas y tenía que activarlas, como suele decir Antoni Muntadas cuando propone activar los artefactos", declaró Aurora Fernández Polanco. "Suelo criticar la escasa presencia del arte actual en el Reina Sofía y ahora presento una exposición en torno a la recepción del arte más reciente y los cambios del espectador de un arte que no tiene una actitud contemplativa".
La comisaria ha organizado una "visión impura" y un modo moderno de contemplación en torno al cuerpo, el tiempo y el texto. Unos letreros apenas visibles identifican el espacio donde se han agrupado distintos discursos con un conjunto de piezas y un escenario para el diálogo entre las obras y los artistas. Las jaulas de Pepe Espaliú y la araña de Louise Bourgeois son el primer contacto del visitante con esta visión impura del arte actual, con la dimensión corporal y temporal de la experiencia estética, dos piezas situadas en El cuerpo implicado, junto a los féretros de Christian Boltanski, los hombres en la plaza de Juan Muñoz y el silencio de Eva Lootz.
Sitúa un "eje autoritario" en La identidad: entre lo visible y lo invisible para presentar disfraces y juegos a través de Kapoor, una piedra de cinco toneladas, y las imágenes de Mapplethorpe, Sherman, Morimura, Pérez Bravo y Serrano. Entre los que juegan con la imagen y el texto en una mirada analítica están Jaume Plensa, Fontcuberta, Aballí, Jaar, Bleda y Rosa, Sophie Calle y Pedro G. Romero, cerca de otro espacio de Visión, tiempo y narración donde se relacionan obras de Burgin, Rennó y Badiola.
Al fondo de la sala se ha situado Pintura o imagen: sobre la desaparición, con diálogos sobre pintura de Richter y Perejaume y una mezcla de soportes de Calvo, Madoz, Barr, Alys y Baldeón. El obelisco luminoso de Muntadas se refiere a los medios mixtos y a la experiencia con lo visual, que en la zona de la antigua librería, recuperada como sala, recoge "lúcidas fantasmagorías" con proyecciones, pinturas, vídeos e instalaciones de Shirin Neshat, Marina Núñez, Eulàlia Valldosera, Sergio Prego, Jordi Colomer y Daniel Canogar. También se incorporará como medio visual un vídeo de Bill Viola, que quedará instalado el próximo martes en la sala cuarta del museo.
Junto a la comisaria ha intervenido Osbel Suárez, como coordinador, y el estudio de Joaquín Gallego en el montaje. Se ha editado un catálogo, diseñado por Armero Ediciones, y se han programado un ciclo de conferencias y talleres.
Babelia
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